Este artista (Buenos Aires, 1937) de sólida formación plástica, trasmite en su obra toda la alegría lúdica de la niñez. Parte de su secreto es el uso casi invariable de los colores primarios -rojo, azul y amarillo- que se conjugan con los blancos y negros. Esto, sumado al rigor constructivista con que están realizados sus ensambles en madera, con una línea claramente derivada del maestro Torres García, da por resultado una obra impactante, lúdica y vital. En toda su obra se reconoce una inequívoca huella de la imaginaria americana, en especial de los calendarios mayas, con su fuerte signografía zoomórfica, que mágicamente se convierte en sus personajes característicos, como en el caso de este.
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