"Endless Passage" es el título de la exposición que Edouard Duval Carrié presenta en el Lowe Art Museum de la Universidad de Miami. La muestra ha sido organizada por el Phoenix Art Museum de Arizona y continuará en exposición en Miami hasta el 7 de septiembre de 2003. Constituye una interesante recopilación de la obra del artista perteneciente a la última década. Aunque no alcanza a ser una retrospectiva, la exposición permite echar un vistazo a la evolución de este multifacético artista a través de sus esculturas, pinturas e instalaciones.
Se puede alcanzar una mejor comprensión de la iconografía de Duval Carrié si se la asocia con los fenómenos que en múltiples ámbitos involucran a todo exiliado en una nueva tierra. Este artista combina las diferentes matrices de la experiencia haitiana ?cultural, religiosa y social? creando así un vocabulario híbrido rico en tradiciones haitianas ?naí¯ve?. Mezcla las narraciones folclóricas de la Diáspora africana y las yuxtapone en términos posmodernos. Su obra es un potente instrumento cultural que registra rituales, protocolos y mitos. Duval Carrié crea una experiencia humana unificada imbuida de una nueva conciencia.
Las primeras obras de Duval Carrié fueron comentarios socio políticos cargados de ironía. Ellas se constituyeron en su foro para juzgar y criticar los regímenes sanguinarios de los Duvalier, padre e hijo. Esto puede verse en la obra ?Mardi Gras au Fort Dimanche?. El artista coloca a ?Baby Doc? Duvalier en el centro del lienzo ataviado con un vestido de novia y sosteniendo un arma, rodeado por un conjunto de personajes de la sociedad haitiana. Las damas tienen los labios pintados de rojo, se adornan con oro y visten trajes de disfraz y zapatos de baile. El entorno también incluye un Cardenal, un esqueleto vistiendo un traje de fantasía, un travesti que lleva una canasta de la que asoma una mano, y un militar; todos, excepto Baby Doc, llevan anteojos de sol. El esqueleto tiene una mano alrededor del cuello del dictador. Toda la escena se sitúa en una habitación en el exterior de una notoria prisión donde los Duvalier torturaban y mataban a los opositores a su régimen. Las paredes están cubiertas de manos clavadas que chorrean sangre. Por encima de ellas y en el centro del muro hay una pequeña ventana con rejas donde se puede ver el exuberante paisaje tropical de Haití. Haciendo uso de un rico simbolismo, el artista juega con los tonos sombríos del grupo y los contrapone a los verdes brillantes y los cielos azules que se divisan por la ventana, como queriendo significar que Haití prevalecerá a pesar de todo.
La obra de Duval Carrié no podría estar completa sin el ingrediente de la religión vudú propia de la isla, practicada principalmente por los campesinos, pero cuya influencia alcanza a cada fibra de la sociedad haitiana. El vudú ha establecido en la obra de Duval Carrié un vocabulario pictórico rico en símbolos iconográficos. Esto puede verse en obras como ?Dantor?, una escultura gigante en plástico iluminado de aproximadamente 90 por 48 por 48 pulgadas que da la bienvenida al espectador a la entrada de la exposición. Es una reproducción de una diosa vudú que lleva un gran tocado y de cuya cabeza y ojos sobresalen bebés, creando la impresión de que se trata de una diosa de la fertilidad. Junto a esta pieza se encuentra otra titulada ?River snakes and other gods? (?Serpientes acuáticas y otros dioses?). Es una gran estructura en forma de ?T? compuesta por cajas iluminadas con serpientes de plástico de colores colocadas de forma tal que parecieran estar deslizándose hacia la cabeza Dantor. A los lados hay seis versiones de cabezas de espíritus de menor tamaño, todas ellas representando algún dios o diosa de la religión vudú. Es una pieza impresionante, que recurre a una combinación de luz, formas y dimensiones para crear la ilusión de una ceremonia vudú posmoderna.
Una de las series más provocativas es la del políptico ?Milocan ou la migration des esprits? (?Milocan o la migración de los espíritus?). Es una narración visual de la historia haitiana tal como es vista a través de los ojos de este artista desde las épocas coloniales hasta el presente. La primera imagen, titulada ?Le départ? (?La partida?), muestra a un grupo de figuras plenas de colorido que marchan a través de la espesa selva africana encadenadas entre sí. La variedad de las figuras es representativa de las numerosas tribus africanas esclavizadas en Haití. La descripción visual de los personajes es tan variada como las tribus mismas. Las figuras también son representaciones de dioses y diosas que forman parte de la religión vudú. Unas pocas figuras están desnudas, cubiertas solamente con una capa sólida de color; algunas llevan plumas en la cabeza o en el cuerpo; otras están ataviadas con diferentes atuendos; pegado a la cola del grupo, en el fondo, se ve un árbol personificado y también encadenado. Las imágenes se tornan eróticas, y hasta decadentes, a medida que la sabia y poderosa mezcla de íconos religiosos es desarraigada de sus tierras de origen en camino hacia su próximo destino.
En la siguiente parte de la historia, Duval Carrié ofrece al espectador ?La traversée? (?La travesía?). Los personajes africanos se encuentran ahora cruzando el Atlántico hacinados en un barco en el que hay muy poco espacio, lo que recuerda el éxodo emprendido por muchos refugiados haitianos. El barco está lleno de personajes omnipotentes que han traído a bordo al árbol animado que se yergue, alto, en la popa de la embarcación y extiende sus ramas por todo el fondo del cuadro. El árbol es el símbolo de la vida y del África ancestral de estos personajes, y ahora muestra el camino hacia su futura patria.
La siguiente pintura se titula ?L?emprise du funeste Baron? (?La influencia del funesto Barón?). Es el espíritu fúnebre del Barón que baila entre el follaje crecido en exceso de un Haití despoblado, dejando en el suelo las marcas de sus giros y piruetas. La última pintura de la serie es ?Le monde actuel ou Erzulie interceptée? (?El mundo actual o Erzulie interceptada?). El ser repatriados por el Servicio de Guardacostas de los Estados Unidos es un acontecimiento habitual en la vida de los emigrantes haitianos que emprenden la búsqueda de una vida mejor. En la pintura de Duval Carrié, ni la diosa vudú Erzulie ha podido evitar correr la misma suerte. Flanqueada por dos oficiales, el bello y exótico espíritu de tez bronceada acomoda sus largos bucles con coquetería. Adornada con anillos, tocado y varios ornamentos con forma de corazón, desciende descalza y de modo soñador los escalones del guardacostas. Sujeto a su cintura con correas lleva a un bebé que representa a la próxima generación de la diáspora.
Duval Carrié enmarca sus óleos sobre tela con estructuras muy elaboradas. En la serie del Milacon, el artista ha utilizado un tono azul verdoso y ha embellecido el área con marcas ceremoniales y objetos aplicados a modo de collage. Como en el caso de las pinturas, los marcos son ricos en simbolismos.
En sus obras más recientes, Duval Carrié parece haber abandonado la sátira política manifiesta así como también la superficie pictórica tradicional. El plástico, la resina, las plantas genuinas y artificiales y los temas sublimes aparentemente han conquistado su preferencia. Las obras constituyen una nueva apropiación del estilo de las mesas que se encuentran en los restaurantes tropicales, donde conchas, arena y otros objetos marinos son congelados en el tiempo aplicándoles varias capas de resina. ?L?abre deraciné (?El árbol desarraigado?), es una pintura encajonada de un árbol con pájaros, hojas y frutas en forma de corazón aplicados a modo de collage. El marco está tan trabajado como la pintura, y todo está cubierto con una gruesa capa de resina seca. Otra obra que sigue la misma línea es la instalación titulada ?La Vraie Histoire Ambaglos? que narra la historia de los espíritus acuáticos del vudú. Es una serie de paneles rectangulares dispuestos uno al lado del otro y compuestos por capas. Primero pinta las criaturas esquivas y efímeras asomándose entre plantas y flores subacuáticas imaginarias. A continuación son embutidas en resina. Una vez que ésta se seca, el artista reintroduce la pintura y el collage para que imiten la flora. La instalación se transforma de esta manera en un gran estanque de transparencia luminosa donde el mundo de espíritus y fantasmas del artista aparece petrificado. Duval Carrié ha ocupado su lugar en el contexto de las nuevas generaciones de haitianos que se han formado en universidades europeas, canadienses y estadounidenses. El nivel de sofisticación en la ejecución de los temas y el manejo consumado de los materiales dan testimonio de la formación que ha recibido este artista. El género que ha elegido mantiene un equilibrio entre la multitud de ?ismos? artísticos de hoy y los elementos del arte vernáculo haitiano. Ha abrazado los dos mundos, el europeo y el criollo.
BIOGRAFIA Edouard Duval Carrié nació en Haití en 1954 y cursó sus estudios en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, la Universidad McGill, la Universidad de Montreal, Quebec, Canadá y se graduó como Licenciado en Letras en la Universidad de Loyola en Montreal, Quebec. Actualmente reside en Miami Beach, Florida. Ha presentado numerosas exposiciones en una variedad de escenarios en todo el continente americano, así como en Europa, y sus obras están representadas en importantes colecciones, entre ellas, las del Davenport Museum of Art, Iowa; Miami Art Museum, Florida; Musée des Arts Africains et Océaniens, París; Musée du Panthéon National Haitien, Port-au-Prince, Haití; Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México, y The Detroit Institute of Arts, Michigan. Arts International lo premió con una residencia en la Fundación Claude Monet, Giverny, Francia, en 1998 y en 2000 se hizo acreedor a una residencia en la Ciudad Internacional de las Artes en París, que le adjudicó la Alcaldía de París. También recibió sendas becas en la categoría de Artes Visuales otorgadas por la Southern Arts Federation y el South Florida Cultural Consortium. En 1996, el Programa de Arte en Espacios Públicos lo comisionó para que realizara una obra en el Centro de Salud y Rehabilitación Jefferson Reaves, en Miami. Actualmente trabaja conjuntamente con seis estudiantes aprendices en la creación de una escultura pública, destinada a convertirse en un importante punto de referencia dentro de una comunidad económicamente marginal situada en Albuquerque, Nuevo México.
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