LA LÍNEA SIN LÍMITES: UNA SELECCIÓN DE LA COLECCIÓN DE ARTE DE JUAN CARLOS MALDONADO

Por Adriana Herrera Téllez | agosto 30, 2019

La apertura al público de una colección que en 14 años ha construido un notable acervo de obras representativas de esa abstracción geométrica que en cierto modo se extendió desde el sur de América, enriquece del mejor modo la escena del arte de Miami: contribuyendo a una pedagogía de la estética creativa y sus implicaciones sociales. La propuesta de Carlota Pérez-Appelbaum, curadora de la Colección Maldonado, en The Unbounded Line (La línea sin límites) evoca dos intenciones: por una parte, contribuir a una reflexión sobre la modernidad que sin duda busca alimentar una historia de la abstracción geométrica internacional que aún está terminando de construirse y, por el otro, hacer un aporte pedagógico que permita una divulgación más extensa del significado de esa búsqueda en el continente. La muestra plantea además un diálogo con piezas homólogas de artistas europeos de diversas generaciones como Vasarely, Max Bill, Francoise Morellet, Dadamaino y Getulio Alviani, entre otros.

"Untitled", 1950,  Sandu Darie. Ph: Mariano Costa Peuser.

La visita a la colección y la lectura del catálogo permiten entreabrir un panorama en el que se aprecia la decisiva confluencia de los pioneros en París, así como los diversos movimientos, grupos, manifiestos y publicaciones que fueron contribuyendo a abrir paso a una modernidad en Latinoamérica. Las obras fueron escogidas justamente porque pertenecen a décadas cruciales para la gestación de lenguajes abstractos que provocaron un desarrollo propio del arte geométrico latinoamericano.

Esta selección tiene la virtud adicional de incorporar algunas obras notables de la abstracción en México y de esa poderosa abstracción cubana que se vio afectada con el advenimiento de otra estética revolucionaria. Hay trabajos cruciales de Loló Soldevilla y Sandú Darié, Luis Martínez Pedro, José Mijares, o de pioneros como el también crítico Mario Carreño o Wifredo Arcay.

     Las obras fueron escogidas justamente porque pertenecen a décadas cruciales para la gestación de lenguajes abstractos que provocaron un desarrollo propio del arte geométrico latinoamericano

Entre 1945 –año de la Escultura bipolar, de Martín Blasko, y su primer encuentro con Carmelo Arden Quin, con quien cofundaría el Movimiento MADÍ, junto con Gyula Kosice y Rhod Rothfuss— y 1996, el año de la maravillosa pintura de Regina Aprijaskis, Negro, blanco, rojo y verde, pueden apreciarse obras que permiten hacer un seguimiento a los aportes de artistas y movimientos. Así, por ejemplo, Estructura constructiva No.8, creada por Juan Melé en 1946, año en que comenzó a producir sus homenajes a las pinturas de Mondrián con apropiaciones en madera cortada; una de las estructuras lumínicas con gas neón del mismo Kosice, también cofundador con Melé y otros artistas del Arte Concreto-Invención; Form in Relief, 1948, del constructivista de la Escuela del Sur, Gonzalo Fonseca; Planos espaciales, escultura construida también ese año por Ennio Iomi, conjugando el alambre y el vacío; Móvil, 1949, con formas geométricas de madera de Arden Quin; un Coplanar, de Antonio Llorens; una de las formas flotantes sobre un campo de color del fundador del Perceptismo, Raúl Lozza; Composición, 1960, una obra con soportes rectangulares que refleja las búsquedas basadas en ciencias formales de Tomás Maldonado, cofirmante del Manifiesto invencionista y teórico del diseño; Concreto Spaziale, una temprana pieza tridimensional con agujeros de 1957 de Lucio Fontana; Lumière Galaxia, 1969, construida por Julio Le Parc a fines de la década en la cual se unió al GRAV (Groupe de Recherche d’Art Visuel,) o una pintura de Rod Rothfuss de esa misma fecha; y un lienzo de mediados de los 70´s de Cesar Paternosto con sus iniciales experimentaciones con planos de color en los extremos laterales de las obras.

           

         

Igualmente, se exhibe una pieza de la serie Interferencias concéntricas, de 1959,que Antonio Asis comenzó a fines de esa década; una obra en la que Mira Schendel transvasa al arte de la poesía concreta; uno de los Metaesquemas de fines de los 50, de Oiticica; un bicho-maqueta de 1960 de Lygia Clark; un dibujo Neoconcreto de 1960 de Lygia Pape, cofundadora del Grupo Frente; Relief 197, una de las piezas emblemáticas con cilindros blancos de madera de Sergio de Camargo de 1968; y una pintura del mismo año de la pionera del concretismo brasileño, Judith Lauand.

Esta selección tiene la virtud adicional de incorporar algunas obras notables de la abstracción en México y de esa poderosa abstracción cubana que se vio afectada con el advenimiento de otra estética revolucionaria

Además, México se representa de modo magnífico con uno de los Mensajes dorados, 1967, de Mathias Goeritz. Venezuela, por otra parte, está presente con una pieza de la serie Escritura, de Jesús Soto, de 1963; un Coloritmo de 1960 y uno de los posteriores tablones de Alejandro Otero de los 70; y una “fisicromía” de Cruz-Diez de 1972. También hay obras de individuales de esos artistas que constituyeron pareja como los nacionalizados en venezuela Gerd Leufert y Gego, o los uruguayos José Pedro Costigliolo y María Freire, que cofundaron el Grupo Arte No Figurativo. En suma, la exhibición despliega una visión panorámica de los múltiples aportes de esos artistas que han escrito otra historia del arte latinoamericano. Un esfuerzo que hay que aplaudir en un tiempo que redefine el papel de las colecciones privadas y su función en ese modo de apertura a una pedagogía estética y social.