Alexandre Arrechea

Magnan Metz, New York

Por Laura F. Gibellini | abril 19, 2012

Como un anticipo de lo que podrá verse en la Bienal de la Habana a partir de mayo, Magnan Metz recoge las últimas – y tal vez las más audaces − obras de Alexandre Arrechea.

Alexandre Arrechea

Siempre impecable, su trabajo bidimensional y tridimensional nos sorprende con una exploración que por primera vez no conlleva referencias personales, sino que supone una “metáfora de la dificultad que experimentamos cuando renunciamos a ciertas posturas o actitudes”.
En Twisted Horizon Arrechea explora conexiones entre lugares y objetos que normalmente se perciben como opuestos o no relacionados. Así, estructuras utilitarias como puentes, carreteras o fachadas aparecen miniaturizadas y dispuestas sobre manos o pedestales, suspendidas como si de trofeos se tratase, o colgadas de pinzas de dibujante. Surgen así nuevas asociaciones y relaciones con el objeto que remiten no sólo a la posesión o al triunfo, sino que señalan un particular cuidado y una atención por la preservación. Para Arrechea, la pérdida de la seguridad que conlleva mantener lo que conocemos y el modo en que lo conocemos, y que se desvirtúa en estas nuevas asociaciones, induce un cambio en nuestra actitud frente a lo desconocido. Un repensar más allá de nuestra propia zona de confort – que explora al abordar elementos ajenos a su propia historia.
En Conversation in Vienna (2012) el artista reproduce el Zollamtssteg, un magnífico puente vienés superviviente de varias guerras, y lo coloca sobre sus recurrentes manos como si de un trofeo victorioso, mostrado al mundo, se tratase. Como un reverso al triunfo aparece Champlain (Last Days of Champlain, 2012), un puente entre Nueva York y Vermont recientemente desmantelado por considerarse inseguro − conllevando la penuria económica de su comunidad.
En River (2012) Arrechea emula el sonido particular del puente de celosía de Ouaquaga − una joya histórica del estado de Nueva York del siglo XIX − colocando su reproducción sobre raíles y montando cada parte del puente sobre un vagón. Abundando en el sentido del humor de la muestra, Louvre (2012) reproduce la fachada del famoso museo en sinuosas bobinas de película.
Magnífica es la serie de dibujos Lost Integrity (2012) en la que elementos constructivos como fragmentos de carreteras, muelles o auriculares telefónicos “cuelgan” de pinzas de dibujante --redimensionando la escala de lo representado y acercándolo al espectador. La serie, como el dibujo Pain Free (2012), donde a una máquina de mecanografiar clásica se le han arrancado las letras p-a-i-n, nos obliga a repensar los usos de elementos tan cotidianos y a la vez tan complejos. Particularmente interesante es el dibujo Study for Lost Integrity Installation (2012) donde un fragmento con forma de disco ha sido extraído de una carretera sin fin, apelando a multiplicidades que abren un mundo de posibilidad en lo real. O lo imaginado.
Efectivamente, algo surreal y cinemático se percibe en Twisted Horizon y una reflexión fundamental sobre la escala, el humor, las nociones de victoria y fracaso y la apelación al pasado y presente histórico de los elementos en juego. El único minus, la instalación en la galería, que no favorece el diálogo entre las piezas.