Adrián Villar Rojas

No estoy listo para perder nada Futuras memorias

Por Victoria Verlichak | marzo 21, 2011

Alos 30 años y con una trayectoria corta en el tiempo y fecunda incluso en la arena internacional, Adrián Villar Rojas representará oficialmente a la Argentina en la 54° edición de la Bienal de Venecia. A los 23 años, Villar Rojas obtuvo el primer premio en el certamen “Currículum 0”, que organiza año a año la galería Ruth Benzacar para jóvenes, y que consiste en la realización de una individual al año siguiente. Así en 2004, se presentó en la escena artística de Buenos Aires con Incendio, una muestra con 98 piezas (dibujos, collages) pequeñas y dos pinturas de dinosaurios de seis metros, que prefiguraba mucho de lo que el artista haría en adelante.

The Eternal Butterflies, 2010. Sculpture. Clay (unbaked), cement, burlap fabric, wood, glass and plastic, 15.7 x 14.7 x 16.4 ft. Kurimanzutto - Mexico FD. Photo © Patricia Alpizar and Diego Pérez. Courtesy of Kurimanzutto Gallery. Las mariposas eternas, 2010. Escultura. Arcilla (cruda), cemento, tela de arpillera, madera, vidrio y plástico. 4,8 x 4,5 x 5 m. Kurimanzutto - México DF. Foto © Patricia Alpizar y Diego Pérez. Cortesía de Galería Kurimanzutto. Adrián Villar Rojas. Foto © Dana Danger.v

Algunos tomaron nota del vuelo de su imaginación, de su elección por trabajar simultáneamente en registros desmesurados, con grandes figuras de reptiles, quizá semejantes a los míticos dinosaurios, y en formatos pequeños, con dibujos emparentados, nuevamente, con las historietas. Entonces, ya se podía percibir su potencial artístico y un serio compromiso con su trabajo. Durante los próximos años su itinerario continuó con la participación en muchas colectivas y ferias y en cuatro individuales en lugares de disímil visibilidad. Pero, indudablemente llamó la atención en 2007 cuando fue seleccionado al “Premio ArteBA - Petrobras” -en el marco de la ArteBA 16, Feria de Arte Contemporáneo de Buenos Aires- con una sorprendente instalación, Pedazos de las personas que amamos, donde construyó decenas de instantes y objetos de una vida a punto de terminar por mano propia, exhibidos sobre un inmenso tablero de la altura de una mesa.

Más tarde, en 2008 se instaló en Buenos Aires -dejando Rosario, su ciudad natal- para trabajar para su próxima exhibición en noviembre de ese año en Ruth Benzacar. A partir de la perdurable y honda impresión que causó la extraordinaria instalación Lo que el fuego me trajo -excesiva y silenciosa atmósfera repleta de recuerdos del futuro-, los críticos y coleccionistas tomaron mejor nota y el artista comenzó a recibir invitaciones en cascada para participar también en encuentros internacionales.

Inquietante, Lo que el fuego me trajo enfrentó a los observadores con la destrucción y generación de universos tan íntimos como colosales en misteriosa pulseada. “Hago monumentos porque no estoy listo para perder nada” dijo, ante la sorpresa de muchos, el joven artista quien, empecinado, aparecía queriendo almacenar para siempre una combinación de afectos y presencias que alguna vez lo cobijaron real o imaginariamente. “Es como si yo me hubiera muerto hace 200 años”. A modo de descubrimiento arqueológico, aún por ser ordenado y en diverso estado de conservación, sobre un suelo cubierto de escombros y algunos estantes de madera, Villar Rojas reunió varios elementos arquitectónicos, figuras humanas aladas, animales, restos óseos de bestias gigantes, seres fantásticos, partes de automóviles, utensilios cotidianos, vestimentas, formas orgánicas, objetos indiscernibles, fabricados con arcilla por el artista y algunos ayudantes. Días después de haber visto esta entrañable muestra, quien escribe estas líneas invitó a Villar Rojas a participar de X Bienal de Cuenca, en Cuenca (Ecuador), que se desarrolló en octubre en 2009. El proyecto abordó “las poéticas del agua” construyendo una escultura site specific de 6,5 x 6 x 21 m. con arcilla (cruda) rojiza del lugar, yeso, tela de arpillera, madera, rocas y vidrio. En El momento más hermoso de la guerra no sabe distinguir el amor de cualquier sentimiento, las figuras de un joven y un enorme y desconocido animal entrelazados y en reposo surgían como una aparición en una zona baja a 150 metros de un río.

En 2009, Villar Rojas también participó en la 2da Trienal Poligráfica, San Juan (Puerto Rico), y luego en 2da Bienal del Fin del Mundo, Ushuaia (Argentina), donde presentó Mi familia muerta (5 x 3,5 x 28 m.) en la forma de una gigantesca ballena varada en un bosque, imagen que circula como fotografía y ya es icónica del arte argentino. Ese año, creó obras para “Panorama das Artes Brasileira” en el Museo de Arte Moderno de San Pablo (Brasil) y la imponente escultura Moby Dick para el Wattis Institute for Contemporary Arts de San Francisco (Estados Unidos).

Imparable también en 2010 fue invitado al “Map Marathon” de la Serpentine Gallery de Londres (Inglaterra); a la colectiva “Panamericana” en galería Kurimanzutto de México con la escultura Las mariposas eternas, dos grandes piezas a la manera de antagónicos monumentos ecuestres, y a “Zona MACO Project Room”, con el libro como objeto escultórico, también en el Distrito Federal. Incluso integró el “The return of the landscape”, Akademie der Künste de Berlín (Alemania) con Mi abuelo muerto, otra pieza site specific de 5 x 23 x 4 m. Luego, también obtuvo varias becas y en 2010 participó de residencias en Canadá y en Colombia, donde presentó Un beso infinito -individual en galería Casas Riegner, Bogotá-, una instalación hecha con piezas recubiertas de arcilla; en su desusada dimensión la protuberancia nacida de la pared de la galería y rasgada por una enorme grieta aparecía casi abstracta, quizá parte de una excavación, otro segmento era quizá parte de algún mecanismo (cañería o similar) que habitualmente permanece oculto. Las citas para 2011 continúan en Francia, Brasil, y claro, en Venecia, donde la Argentina dispondrá de 250 metros cuadrados en los Arsenales. Seguro que el artista volverá a maravillar y sabrá ocupar bien el espacio; no es un detalle menor, cuenta con un aceitado equipo de producción.

Aún no se sabe a ciencia cierta cuál es el proyecto para Venecia, pero Villar Rojas suele trabajar con futuras memorias. Con algo de melancolía, desde este presente imagina el fin; conjetura acerca de la extinción de la raza humana, el fin del arte y de los tiempos. Pero, en su fascinación por las mezclas, desde el uso del David de Miguel Ángel (reproducido a menor tamaño en Lo que el fuego me trajo) al título de una canción de la banda de rock The Rapture (Pedazos de las personas que amamos), las casualidades y los extremos, el artista suele aludir tanto al amor como a la pérdida. Asimismo, invariablemente fusiona épocas, búsquedas estéticas, prácticas artísticas (video, fotografía, escultura, pintura, dibujo). Su inclinación por los cruces lo llevó a participar en una sucesión de intervenciones sobre tarjetas de transporte urbano, incluir imaginería de historietas (que lee con fruición) y de Internet, a incursionar en la dirección artística de varios discos y hacer de DJ. Ambicioso, Villar Rojas no se conforma. Cuando no se consiguieron los fondos para la gran escultura que quería hacer en Cuenca, quien firma estas líneas sugirió que llevara obra pequeña. Convencido de su propósito, el artista prefirió auto financiar gran parte de sus gastos, y el de dos ayudantes (su asistente no viajó), y complicarse la vida antes que cambiar el proyecto, que incluyó semanas de trabajo a la intemperie en los Andes y una compleja ingeniería con más que barro y agua, con pasión y talento. Escena en acto antes que monumento conmemorativo en este conjunto escultórico con atmósfera encantada. El espectador quiere imaginar que la saga del joven de aspecto desaliñado abrazando fuertemente a su mitológica mascota continúa; la de Villar Rojas también.

Perfil:

Adrián Villar Rojas nació en 1980 en Rosario, Santa Fe (Argentina) y completó estudios en Bellas Artes en la Universidad Nacional de Rosario, ciudad donde exhibió su primera individual en 2003 (Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino). Asistente de Jorge Macchi durante algunos años, considera ese trabajo como una instancia de aprendizaje. Realizó varias muestras como curador, entre ellas “Tiempo Perdido” y “macro + canciones” (ambas en Museo de Arte Contemporáneo de Rosario - MACRO). En 2010 recibió la Beca Raul Urtasun - Frances Harley para Jóvenes Artistas Emergentes de la Argentina, Banff Centre, Alberta (Canadá). Merecedor de la “Beca de Estímulo a Jóvenes Artistas del Nuevo Banco de Santa Fe” (2006), fue premiado en la “Bienal Nacional de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca 2005” y preseleccionado para el “Rolex Mentor Scholarship Program” (2005). En 2011exhibirá en galería Luisa Strina de San Pablo (Brasil), cumplirá con una residencia en SAM ART Projects - Villa Raffet à Paris (Francia) y participará en la Bienal de Estambul. Hans Ulrich Obrist, codirector de Exposiciones y Programas y Director de Proyectos Internacionales de la Serpentine Gallery, de Londres, lo destacó como uno de los “artistas jóvenes que lo deslumbraron en América Latina”; su obra se publicó en el último Cream de Phaidon.