Artur Lescher

La geometría significativa

Por Cecilia Fajardo-Hill | mayo 16, 2010

Paisajes mínimos, la exposición que Artur Lescher presenta en la Galería Alejandra von Hartz, es la primera muestra del artista paulista en los Estados Unidos. Propone algunas ideas nuevas al mismo tiempo que resume algunas de las constantes de Lescher: la investigación sobre diferentes materiales y su múltiple y desafiante utilización; el diálogo entre las obras que ocupan un mismo espacio consideradas casi invariablemente como instalaciones aunque se trate primordialmente de objetos individuales; la investigación del espacio arquitectónico y el diálogo con éste a menudo transgrediéndolo; la creación de contradicciones y oposiciones entre cualidades físicas y características escala, formas, materiales, condiciones (tales como función versus abstracción, monumental versus íntimo; pulido versus inacabado, etc.); el uso del diseño; el forzar los límites y la creación de una dinámica especial de tensión y equilibrio.

Ellipses, 2002. Wood. 117 x 67.86 x 13.65 in. (detail) Elipses, 2002 (detalle) Madera. 300 x 174 x 35 cm

Lescher emergió en la escena artística brasilera a mediados de la década de 1980, particularmente con Aerolitos, dos monumentales ́zepelines ́, sorprendentes y utópicos, creados para la XIX Bienal de San Pablo de 1987 y de su monumental instalación ́arquitectónica ́ presentada en el Museo de Arte Moderno de San Pablo en 1989. Estas obras tempranas anticipan lo que sería su producción futura y algunas de las características, únicas y fuertes, de su obra. Fundamentalmente, revelan la naturaleza investigativa y utópica del trabajo de Lescher, un arte en el que los objetos conviven conceptual y formalmente en un espacio de diálogo caracterizado no tanto por la contradicción y la oposición como por la tensión y la extensión. A menudo la obra de Lescher incluye una interesante interacción entre objetos ́domésticos ́, o referentes tales como palas, casas, muebles, zeppelines, etc., que luego son sometidos a una desconstrucción que los acerca a la abstracción, la contradicción o la neutralización de la funcionalidad –sugerida o prometida – de la forma. Por ejemplo, la instalación de 1989 aludía en forma reconocible a una casa, un puente, estructuras, volúmenes arquitectónicos; sin embargo, la funcionalidad de la instalación en tanto arquitectura habitable y significativa era negada. La instalación existía como representación y al mismo tiempo como desconstrucción de una estructura y un concepto arquitectónicos, que Lescher continuaría explorando en sus obras posteriores. No está interesado en la narrativa ni en la figuración; por lo tanto, esta obra es un ejercicio indirecto de abstracción. Atrae al espectador a una arena reconocible para que luego experimente el contacto con un espacio desconocido, atractivo pero cargado de tensión y contradicción.

Lescher se formó con Carlos Fajardo, y pertenece a la generación de Ernesto Neto, Edgar de Souza y Ana Tavares, entre otros. Estudió las obras de artistas neo-concretos como Lygia Clark, Lygia Pape y Helio Oiticica y observó de qué manera su obra evolucionó hacia la performance y el trabajo con el cuerpo. También le interesaban artistas como Kosuth y filósofos como Merleau-Ponty y Bergson. El minimalismo le interesaba particularmente. Lescher describe cómo en su trabajo se ha esforzado por conciliar su gramática formal, que aprendiera con Fajardo, y la búsqueda de una poética personal.

En cuanto al particular ejercicio de abstracción de Lescher, sus formas y materiales tienen una resonancia especial dentro de la existencia humana y el mundo natural. Su geometría podría describirse como ́geometría significativa ́, una geometría que está conectada al mundo. Es inevitable asociar sus abstracciones con la tradición neoconcreta, porque la particular geometría abstracta neoconcreta no fue concebida como abstracción pura sino como un ejercicio que era parte de una compleja realidad que la hizo única. Por ejemplo, sus importantes, Elipses, exhibidas en 2001 en la Galería Nara Roesler, tienen su origen en la forma del cono como estructura interna que permite la proyección de luz hacia el ojo. El cono es el nexo entre la forma geométrica y la mirada del espectador. Las Elipses son el resultado de cortar el cono. Estas esculturas fueron instaladas de modo que ellas se incrustaban en el piso de la galería, por un lado perfectas, tersas, volumétricas, integras, y por otro, afiladas, angostas, tensas, precarias y en un equilibrio amenazante. Lescher tiene un interés particular en proponer una arqueología de significantes, para que el espectador reconstruya y reinterprete significados a partir de fragmentos y combinaciones que son, de alguna manera, reconocibles. Por ejemplo, la instalación In-Door Landscape (Paisaje interior), presentada en la XXV Bienal de San Pablo de 2002, estaba compuesta por dos grandes estructuras interactivas inestables, una plataforma de balancín que hace referencia a una nave, y la otra, un enorme contenedor de plástico lleno de agua, en alusión al mar. Pero un mar atrapado en un volumen geométrico de plástico transparente y colocado en un edificio no es el mar, del mismo modo que la plataforma no puede ser una nave. Se presentan y simultáneamente se niegan alusiones reales. Realidad y ficción coexisten en una tensa interacción.

En la Galería Alejandra Von Hartz, Paisajes mínimos propone una nueva estrategia. Mientras que en los años 80 y 90 Lescher utilizaba formas reconocibles para crear abstracciones, en su obra reciente el artista expone piezas que son totalmente abstractas pero que aluden metonímicamente al mundo real. En este caso, a lagos, columnas, cometas, ríos y así sucesivamente. El título de la muestra hace referencia directa a una idea del paisaje que se asocia, contradictoriamente, al minimalismo, a la síntesis, al rigor. Por ejemplo, El Río, 2006, representa la idea de un río. Es una monotipia compuesta por cientos de metros de papel offset y por madera reúne una serie de características de un río: circularidad, extensión, fluidez, etc. Lagos 2006, es un díptico que representa dos pozos de granito negro suspendidas delicadamente sobre el piso. Linha d’Agua (Línea de agua), 2005, es un retorno a la forma elíptica, en este caso incrustada en la pared – solamente un tercio sobresale del muro – y hace referencia a la línea de flotación en los barcos. Aquí se utiliza color para demarcar una frontera, en contraste con la madera.

Un componente fundamental en la obra de Lescher es la arquitectura, tanto síntesis como contexto. La tensión que se aprecia en las obras a gran escala descritas anteriormente se vuelve mucho más sutil, aunque continúa siendo igualmente fuerte en esta muestra. ́Columna blanca ́ -Sin título, 2007, provoca una sensación inesperada de vértigo o falta de equilibrio, debido a la tensión que se crea entre la forma – casi tan delgada como una aguja en la parte superior y con una base engañosamente cónica – y el modo en que se mantiene sutilmente suspendida sobre el piso. Aquí también se observa la constante experimentación de Lescher con los materiales. El artista ha comentado que percibe en cada material un tipo de personalidad; que los materiales son portadores de su propia información; que las posibilidades visuales residen desde un principio dentro del material. Su función es encontrar maneras/formas que hagan visible el fenómeno interno de los materiales.1 Dos nuevas piezas del 2007, en forma de vigas articuladas y transformables que integran madera y acrílico rojo ilustran esto. Estas piezas se originan en la idea de construir líneas que marquen el encuentro entre diferentes planos arquitectónicos. La diferencia en los materiales y los colores marca las transiciones y crea un contraste artificial que subraya un límite. Paisajes mínimos es una muestra que evoca la idea del paisaje, marcando unafronteraentreunaarquitecturarealyotraficticia. Lageometríaque propone es rigurosa pero no dogmática, simultáneamente estable e inestable, y está abierta para que el espectador la aproxime al mundo real a través de la asociación libre y así ́extienda ́ su formalismo.