Ulises Carrión: Querido lector. No lea. MNCARS, Madrid

Por Álvaro de Benito Fernández | agosto 30, 2016

El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid dedica a su figura la mayor retrospectiva que nunca haya albergado una institución.

Ulises Carrión: Querido lector. No lea. MNCARS, Madrid

Hay pocas figuras tan innovadoras y fundamentales en el desarrollo de propuestas artísticas experimentales como la de Ulises Carrión (Veracruz, México, 1941-Ámsterdam, Países Bajos, 1989). Aclamado dentro de la literatura mexicana en sus inicios, fue un elemento clave para entender el desarrollo de nuevas tendencias en Europa y como un claro puente interdisciplinario, uniendo lo literario con lo plástico a través de un largo recorrido intermedio de edición, producción, videoarte e intervenciones.

El  Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid dedica a su figura la mayor retrospectiva que nunca haya albergado una institución. Querido lector. No lea, obra conceptual de 1975, es además el nombre elegido para una exposición que abarca su trayectoria desde sus inicios en México hasta su etapa europea, en la que abandona los convencionalismos literarios tras su llegada a un continente tremendamente agitado política y culturalmente.  

Es en 1972 cuando fija su residencia en Ámsterdam, donde comienza su periodo más prolífico. La ciudad holandesa era un hervidero que había sido testigo de acciones situacionistas o de efímeros movimientos satírico-culturales de corte anarquista como los provos de van Duyn o Grootveld. El entorno era muy favorable para la exploración de nuevas vías de expresión artística que lideraría Carrión, convirtiéndose en un personaje clave de la agitación cultural alternativa desde la libería-galería Other Books And So. Comienza así una nueva etapa, en la que investiga nuevos medios como el arte-correo, participando con proyectos como Ephemera (1977-1978) pero, sobre todo, los libros de artista, libros proyecto o libros concretos, como Tras la poesía (1973), textos literarios que conformaban en sí mismos singulares obras de arte.

Si bien su vasta y prolífica producción en este ámbito es una aportación clave a los movimientos más experimentales -también contribuyó a las prácticas audiovisuales con películas cortas como A Book (1978) o The Death of the Art Dealer (1982)-, su faceta teórica es también esencial para comprender las posibilidades de los campos literarios y artísticos y sus puntos comunes. Estas teorías visionarias anticipaban el final del libro tal y como se entendía por entonces o apuntaban directamente al papel que el arte, la producción y la distribución editorial deberían tener en las estrategias culturales.

Hasta su muerte en 1989, se movió siempre entre la estructura y el lenguaje como sus dos grandes áreas de creación e investigación aunque su formación literaria nunca dejó de estar presente: a pesar de la discrepancia que podría despertar en su obra la existencia de la literatura, Ulises Carrión nunca trató de evitar ese conflicto.