De Nature en Sculpture. Fundación Villa Datris. L'Isle-Sur-La Sorgue, Francia

Por Patricia Avena Navarro | octubre 18, 2017

Bajo el título de De Nature en Sculpture, se podrá descubrir cómo la naturaleza es percibida por los artistas contemporáneos, a la vez fuente de inspiración y medio de expresión. Ya sea reproducida o bien real, la naturaleza se convierte aquí en escultura y viceversa. Jugando con nuestras emociones y sentimientos, los artistas convocan la naturaleza en todas sus formas y revelan a través de sus miradas las múltiples facetas de esta naturaleza, pacífica, tumultuosa, sublime y preocupante.

Michel BLAZY, I Bookgarden, 2014. © Daniel Avena

Con su jardín situado a lo largo del río Sorgue, la Fundación Villa Datris vive en sintonía directa con el agua, la vegetación, el viento y la luz del Sur. Este vínculo significativo con el medio ambiente natural es su identidad y constituye un reto para los artistas. Bajo el título de De Nature en Sculpture, se podrá descubrir cómo la naturaleza es percibida por los artistas contemporáneos, a la vez fuente de inspiración y medio de expresión. Ya sea reproducida o bien real, la naturaleza se convierte aquí en escultura y viceversa. Jugando con nuestras emociones y sentimientos, los artistas convocan la naturaleza en todas sus formas y revelan a través de sus miradas las múltiples facetas de esta naturaleza, pacífica, tumultuosa, sublime y preocupante.

Durante siglos, la naturaleza ha sido cultivada y ordenada por la mano del hombre, pero la tierra ha manifestado su ira. Sensibilizados por el medio ambiente, algunos artistas van al encuentro de la naturaleza, con las interacciones in situ como el Land Art. La influencia de este movimiento persiste entre los artistas contemporáneos como Mireille Fulpius cuya instalación en el jardín de la villa Datris dan testimonio de la fuerza del Land Art hoy en día.

Actualmente, los artistas renuevan su concepción de la belleza de la naturaleza. Si algunos como Eva Jospin se interesan por personalizarla, otros artistas como Anne Mangeot, Daniel Dezeuze y Moffat Takadiwa, crean obras con los materiales recogidos a lo largo de sus viajes o inspiradas en el savoir-faire de las culturas antiguas y tradicionales.

Con los avances científicos de la biología, se logra representar la estructura de la naturaleza y de sus componentes. Revelando lo invisible, como el ADN, la ciencia altera nuestra percepción. En la década de 1980, los artistas se apoderan de estos descubrimientos, como Elias Crespín o Manuel Merida que utilizan la tecnología para simular los movimientos de la naturaleza.

Seducido por la idea de crear una naturaleza artificial, el hombre emplea la ciencia y la tecnología, y a su vez, algunos artistas exploran las infinitas posibilidades de estos artefactos. Es el caso de Michel Blazy que actúa como un investigador. Propone una segunda vida a los objetos nacidos de la industria devenidos obsoletos plantando vegetales en sus intersticios y así reconquistándolos con humor.

Para algunos artistas, imaginar el futuro nos lleva a cuestionar el presente y la civilización moderna.

Sobrepasando el antagonismo entre lo natural y lo artificial, nos proyectan hacia un futuro de ciencia ficción. De acuerdo con Laurent Pernot, los cactus serían congelados y en el mundo de Carlos Medina, la lluvia, de metal; mientras que Françoise Coutant nos propone de pasear una nube. En este universo de ficción, todo es posible!

Desde la antigüedad la mayor preocupación de los artistas fue imitar la naturaleza, su belleza, su poder. Esta fascinación tomó varias formas de representación. Desde el Jardín de Edén de nuestra imaginación, a los desastres ecológicos, nuestra visión de la naturaleza no ha dejado de transformarse constantemente. La naturaleza ha interpelado al hombre de hoy y especialmente a los artistas, observadores de este universo vivo y sin embargo tan vulnerable. Frente a esos misterios y metamorfosis, los artistas proponen reinventar la naturaleza del mañana. Y nuestras acciones de hoy son sobre todo responsables de su transformación, para bien o para mal.