Matilde Marín

Matilde Marín - Escenarios

Por Verlichak, Victoria
 
Las ideas anteceden y se anticipan a la técnica aún cuando ésta es fundamental y de permanente exploración en la vasta y diversa obra de Matilde Marí­n, una artista que eligió el silencio sonoro de la reflexión y la osadí­a para romper las fronteras entre las disciplinas artí­sticas que se superponen en su hacer.
Matilde Marín
Las ideas anteceden y se anticipan a la técnica ?aún cuando ésta es fundamental y de permanente exploración? en la vasta y diversa obra de Matilde Marí­n, una artista que eligió el silencio sonoro de la reflexión y la osadí­a para romper las fronteras entre las disciplinas artí­sticas que se superponen en su hacer.
"Escenarios" es una muestra antológica ?fotografí­a, video y obra gráfica? que recorre algunas de las propuestas estéticas más sobresalientes de la obra realizada por Marí­n durante los años noventa. Poéticos y metafí­sicos, los trabajos expuestos en el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires aluden a la memoria interna del hombre que transita por los "escenarios" del juego, del mito, de la introspección y por los espacios arquitectónicos contemporáneos.
Los viajes ?de un paí­s a otro, de una cultura a otra, de una técnica a otra? son centrales en la vida de Marí­n, una artista que hace rato estiró los lí­mites de las disciplinas artí­sticas y creó una sintaxis propia para atravesar en su obra los instantes remotos y próximos que ofrece la vida. Si su temprana travesí­a por América latina fue medular en la constitución de la rica diversidad de su obra, su paso por Europa y los Estados Unidos aportó al refinamiento técnico y estético por la que es reconocida.
Precisamente, el magní­fico conjunto de fotografí­as de "Itinerarios" componen una travesí­a al propio retrato, a través de imágenes tomadas durante sus viajes de trabajo entre 1994 a 2000. Es una selección representativa de su andar por distintos paí­ses, en donde Marí­n eligió fotografiar un elemento relevante del lugar visitado. Su sombra, superpuesta con el objetivo que está retratando, apenas se asoma o reina suprema en cada una de las fotos. Las imágenes de la artista aparecen como huellas personales ?párrafos de un diario? enmascaradas detrás de su talento para desarrollar una imagen.
La incorporación de nuevas tecnologí­as, en su caso es un honesto paso más allá de lo que ya estaba haciendo y se suma de manera natural al conjunto de su obra. El acercamiento de Marí­n a la fotografí­a y el video se vincula estrechamente al uso que siempre hizo de la gráfica, un medio más accesible y popular. El historiador norteamericano de arte Leo Steinberg afirma que la obra gráfica ha sido "el sistema circulatorio de las ideas en el arte", creando imágenes que hoy cruzan las barreras del tiempo, el idioma y la cultura y que en el futuro quizá sirvan de mensaje frente a las grandes discontinuidades de la historia. Steinberg sostiene que éste es precisamente el papel que actualmente cumple la fotografí­a.
Como instantes de una revelación, Marí­n desplegó en esta muestra distintas vibraciones ?fragmentos de las series: Escenarios, Itinerario, Juego de manos, Juego iniciales, Paseo nocturno, Recolección, La tierra prometida, Miradas? que corresponden a otros tantos perí­odos de su producción.
Primer idioma del hombre, antiguo territorio de lo sagrado, el juego se pone serio en la fotografí­as de "Juego de manos". La artista capturó los gestos de sus propias manos remedando un antiguo juego indí­gena, que en su mudez anuncia la conmoción de lo desconocido. Los hilos se tocan, se enredan y se alejan. En su ir y venir, modifican estructuras y tejen una trama que parece abrigar el deseo y la emoción. Estas serigrafí­as fotográficas expresan un espacio al que cuesta acceder y un momento que aparece como verdadero, pero engañoso porque ya no es, aún cuando los colores sepias de las fotografí­as anuncien la ilusión de lo eterno.
En las fotografí­as de la serie "Juego iniciales" las mismas manos son retratadas e intervenidas por los dibujos de la artista, que aparecen como marcas indelebles de luz. Francas y armoniosas, por momentos las manos parecieran contener la traza de la rayuela o del campo para un juego del que sólo Marí­n conoce las reglas. ¿Son contornos que proyectan la permanencia o recrean la fugacidad? ¿Qué se esconde detrás de estas disí­miles e incandescentes geometrí­as? La falta de estridencias y de datos demasiado tangibles produce una sobrecogedora quietud que confirma presencias y promueve un diálogo entre el observador y lo observado.