COLECCIONISMO

Ignacio y Valentina Oberto

Desde muy joven, durante la primera etapa de la Colección, ya tení­a mucho interés en el Arte Latinoamericano. Corrí­an finales de los años setenta y comienzos de los ochenta y tení­amos unas bellas piezas de Roberto Matta, Wifredo Lam, Fernando Botero y Armando Morales.

COLECCIONISMO

El crecimiento y la consideración creciente del arte latinoamericano mucho le debe al coleccionismo. Gracias a los coleccionistas que se han especializado en reunir obras de artistas latinoamericanos contemporáneos, el mercado de arte se está desarrollando con gran empuje y celeridad.

Por todo el continente hallamos coleccionistas, por lo general jóvenes y de mediana edad que centran su interés en los artistas de América Latina. Es, probablemente una cuestión de idiosincracia, que halla en ellos una manifestación de identidades compartidas. Es como si se sintieran reflejados y expresados por esos artistas, considerados astillas de un mismo palo, con creencias, sí­mbolos y percepciones compartidas.

Para los creadores constituye un verdadero estí­mulo, al saberse reconocidos por un público propio. Como este coleccionismo se extiende cada dí­a más, da lugar a un crecimiento acelerado del mercado de arte latinoamericano.
El testimonio directo de algunos de estos coleccionistas lo hallamos en las páginas que siguen.

¿Qué lo motiva a Ud. a coleccionar arte latinoamericano?

Desde muy joven, durante la primera etapa de la Colección, ya tení­a mucho interés en el Arte Latinoamericano. Corrí­an finales de los años setenta y comienzos de los ochenta y tení­amos unas bellas piezas de Roberto Matta, Wifredo Lam, Fernando Botero y Armando Morales.

Posteriormente, con la profundización de los distintos núcleos de la Colección fui transformando mi interés hacia el arte tridimensional latinoamericano, dado que en ese ámbito habí­a mejor oportunidad para conseguir piezas de mayor trascendencia, cuya relación precio/valor fuese más atractiva que en la pintura, amén de permitir lecturas cruzadas más interesantes con las obras de los distintos movimientos del arte venezolano, que comprenden el perí­odo desde 1950 hasta nuestros dí­as.

Fue así­ como comenzamos a coleccionar escultura e instalaciones, lo cual con el pasar del tiempo permitió reunir importantes obras de los principales artistas Neo Concretos del Brasil, entre las cuales se encuentran un Relieve Espacial de Helio Oiticica, un Óvalo de Lygia Clark y otras interesantes piezas de Lygia Pape, Franz Weissmann, Amilcar de Castro, lo cual no se limitó a ese grupo y se extiende a otros relevantes artistas de la región, entre los que cabe mencionar, el cubano Agustí­n Cárdenas; los colombianos Edgar Negret, Eduardo Ramí­rez Villamizar, Carlos Rojas, Doris Salcedo; el uruguayo Gonzalo Fonseca; el mexicano Gabriel Orozco; el chileno Alfredo Jaar; el argentino Miguel Ángel Rí­os; el cubano Kcho o los brasileños Cildo Meireles, Waltercio Caldas, Tunga, Jac Leiner, Valeska Soares, Ernesto Neto, Efraí­n Almeida, Iran do Espí­rito Santo, José Resende, José Damasceno, Nuno Ramos, Leonilson, por sólo citar algunos. Obviamente, todos estos artistas tienen una relación con la obra de algunos de nuestros grandes artistas venezolanos, que se encuentran bien representados en la Colección, tal es el caso de nuestro Jesús Soto, Alejandro Otero, Gego, Marisol Escobar, Jacobo Borges, Francisco Narváez, José Antonio Hernández-Diez, por citar unos pocos. Adicionalmente y en paralelo a esa colección, también mantenemos una colección de fotografí­a contemporánea latinoamericana, la cual considero por las mismas razones, muy bien hilvanada con la de fotografí­a contemporánea venezolana.

Así­ las cosas, en dicha colección se pueden apreciar fotografí­as de los clásicos mexicanos Manuel Álvarez Bravo, Lola Álvarez, Nacho López, Héctor Garcí­a, Flor Garduño, Graciela Iturbide, Gabriel Orozco o Pablo Ortiz-Monasterio; los brasileños Geraldo De Barros, Miguel Rio Branco, Sebastií¤o Salgado, Vik Muñiz, Rosangela Rennó, Cassio Vasconcelos; los cubanos Raúl Corrales, Alberto Korda, Constantino Arias, Alberto Dí­az Granados, Pedro Abascal, Tito Álvarez, Abelardo Rodrí­guez, Mariano Dí­az, Félix González-Torres, Ana Mendieta; los argentinos Juan Travnik, Eduardo Gil, Adriana Lestido, Gerardo Suter, Dani Yako; el puertorriqueño Andrés Serrano; los peruanos Javier Silva, Roberto Huarcaya, Daniel Pajuelo; los colombianos Leo Matiz, Bernardo Salcedo; el guatemalteco Luis González Palma, o los venezolanos Alfredo Boulton, Paolo Gasparaini, Carlos Herrera, Victoriano de los Rí­os, Ricardo Razzeti, por citar algunos de los fundamentales. Son más de 1300 fotografí­as las que conforman esa colección.

¿Bajo qué criterio armó su colección?

Básicamente la Colección está armada por núcleos, los cuales en el caso venezolano van década a década, recorriendo los principales movimientos y artistas del panorama nacional, desde 1950 hasta nuestros dí­as. Es una Colección investigativa, que pretende dar lecturas cruzadas tanto en lo vertical, relaciones entre distintas generaciones, como también en lo horizontal, relaciones entre artistas de una misma generación y a su vez evolución cronológica de las distintas etapas de un mismo artista. Es así­ como en la Colección se encuentran los fondos más completos que existen en el paí­s de arte conceptual venezolano o del fundamental movimiento plástico literario conocido como "El Techo de la Ballena", ahora revisitado y redescubierto tanto en nuestro paí­s como en el exterior, caso concreto la exposición Heterotopí­as, curada por Mari Carmen Rámirez y otros, para el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofí­a en Madrid.

Es así­ como necesariamente se produce la conexión con los movimientos correspondientes a éstos dentro del ámbito latinoamericano. Han sido en total más de 25 años de coleccionismo ininterrumpidos.