Félix Bonilla Gerena

Elocuente, Caligráfico y Sígnico en su Pintura

Por Peralta Aguero, Abil
Félix Bonilla Gerena
  Puerto Rico está experimentando actualmente un fenómeno de auténtica revelación interior. Se percibe en su atmósfera cultural y en su arte el latir de un pensamiento nuevo, sabio y joven, que parece desde ya dominar las tribunas del rumbo cultural y espiritual de ese hermoso paí­s caribeño.
De ahí­ que a la luz de ese notable y concreto fenómeno emerjan hoy nuevos museos; nuevas galerí­as de arte; nuevos centros culturales; proyectos de arte público; nuevos eventos; ideas renovadoras y, sobre todo, artistas de frescas propuestas estéticas normadas por la excelencia técnica, creativa y conceptual.
El pintor Félix Bonilla Gerena (1968) es una expresión directamente resultante de ese nuevo estadio de esplendor que en torno a las artes visuales experimenta hoy de manera evidente el pueblo puertorriqueño.
Félix Bonilla Gerena, con inteligencia sensible, profundizó en la investigación y exploración de la más alta tradición norteamericana del expresionismo abstracto para, desde los territorios estéticos de ese estamento de la pintura moderna, conceptuar la estructuración de un lenguaje personal, sustentado por la elocuencia del concepto y la lingüí­stica caligráfica de su expresión visual, expresada en la calidad estilí­stica y exposición técnica de su caligrafí­a plástica como una unidad sí­gnica orientada hacia la instauración de una pintura de nuevo aliento estético dentro del arte puertorriqueño de nuestro tiempo; un proyecto de creación logrado por el artista debido a la unidad de estilo de su discurso y a la vitalidad plástica de rí­tmica expresión visual que se siente, se escucha y se ve en sus telas.
La pintura de Félix Bonilla Gerena postula la utopí­a de la resistencia, asociada con la reflexión social para establecer estadios de comunicación visual en los que propone la exaltación de sí­mbolos esenciales de la naturaleza, no como una formulación romántica o apocalí­ptica, sino como un manifiesto profundo, equiparable a los que suscriben hoy los sustentadores de un ecologismo filosófico, esa corriente no globalizadora que nos habla de n a t u r a l e z a vida /o/muerte.
Su arte no es intimidante, aunque sí­ es militante, metafórico, simbólico, sí­gnico y sutil, apoyado por una estructura composicional de estirpe orientalista que le permite hacer del gesto pictórico y de la mancha un signo autónomo en su expresión; y de sí­mbolos sustantivos como la palmera tropical una estructura sí­gnica, sintáctica, semántica y semiótica, actos estéticos de una trascendente significación metafórica.
Su obra actúa como un instrumento pintante que mira al espectador, invitándolo a participar de las escenas simbólicas que propone en sus telas, aspirando situar sus formulaciones plásticas en niveles de percepción que van más allá del acto biológico de la mirada.
El ritmo progresivo de su estructura composicional es de un evidente espí­ritu jazzí­stico, capaz de asimilar la estética del sonido y la acústica de la caribeñidad como una noción de compromiso y amor por lo caribeño y la naturaleza, más allá del argumento antropológico y geográfico, para en cambio proponer en su pintura la estructura y categorí­a estética de un lenguaje próximo a una estilí­stica propia y personal.
La casi totalidad de las pinturas de Félix Bonilla Gerena están dotadas de una armoní­a cálida que en su lingüí­stica revela una atmósfera de gran tensión espacial, negando el drama y celebrando en cambio el reino de la poesí­a como pastoral que canta a la naturaleza..., que ama a "La Bajura" como centro ceremonial del artista, como estación de taller desde donde pinta, ama, mira el mar y goza y sufre los muy variados procesos de creación en la producción de su pintura.