REVIEWS - UNO A LA VEZ. DIBUJOS EN LA COLECCIÓN MERCANTIL

Museo de Arte Contemporáneo de Zulia, Maracaibo, Venezuela

Por Suazo, Felix
REVIEWS - UNO A LA VEZ. DIBUJOS EN LA COLECCIÓN MERCANTIL
Las prácticas dibují­sticas han sido relegadas a un papel marginal frente a la competitiva espectacularidad de los nuevos medios, el cambio de las expectativas de recepción de las audiencias y, sobre todo, las preferencias del mercado por la obra "definitiva" o facturada en materiales "duraderos". Estos supuestos tienen su origen en la creencia según la cual el dibujo no es más que un esbozo preparatorio, por lo que su disfrute y valoración muchas veces queda circunscrito a un estrecho núcleo de entendidos, interesados en desentrañar las intenciones y titubeos iniciales del artista.
Sin embargo, el dibujo siempre allí­, bajo cada pincelada, detrás de cada imagen, apuntalando cada volumen, delineando cada contorno del mundo visible. Esa es la divisa que adopta la muestra "Uno a la Vez. Dibujos en la Colección Mercantil" presentada en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia del 3 de Octubre de 2005 al 21 de febrero del 2006. La exposición, bajo la curadurí­a de Jesús Fuenmayor, Lorena González y Tahí­a Rivero, parte del "dibujo como categorí­a abierta", más allá de las definiciones clásicas y modernas, sin pretender establecer clasificaciones rí­gidas. El dibujo se presenta como un procedimiento donde convergen o se originan una serie de preocupaciones artí­sticas, especulativas y cientí­ficas, que, en muchos casos, excede el estrecho ámbito del bosquejo preliminar.
La propuesta curatorial destaca como caracterí­sticas afines al medio su inmediatez, procesualidad, experimentalismo, impertinencia y estrecha vinculación con lo corporal y lo corpóreo. De allí­ se derivan cinco núcleos temáticos que agrupan las obras según la epí­steme creativa que las orienta: la exploración del mundo, el orden simbólico, los términos ampliados del dibujo, las apariencias de lo real y el antropomorfismo. Si bien cada sección tiene una argumentación especí­fica y coherente, la ubicación de los artistas es "heterotópica", siguiendo un régimen de relativa alternabilidad donde las propuestas se desplazan de un lugar a otro sin generar conflictos discursivos. Tampoco hay restricción alguna para que cada grupo acoja simultáneamente obras figurativas y abstractas, modernas y contemporáneas, bidimensionales y en relieve.
La heterogeneidad de la muestra permite que se aborden las tensiones y cruces que se manifiestan entre lo real y lo representado, entre la sensibilidad y la razón, entre lo visto y lo imaginado. Allí­ se encuentran dibujos meticulosos y detallados, junto a otros donde ya no hay nada que ver, excepto la impronta de un rasguño o un gesto. Composiciones ortogonales de geometrí­a rigurosa que refuerzan la bidimensionalidad del plano al lado de representaciones euclidianas que proyectan con precisión las coordenadas ficticias de un mundo ilusorio. Trabajos atmosféricos donde la luz se desplaza tenuemente rodeando los objetos, dialogando con proposiciones plagadas de arabescos e insinuaciones matéricas. De esta manera el medio dibují­stico se despliega en sus diferentes enfoques, ya sea como obra autónoma, documento naturalista, apunte preliminar, procedimiento experimental o vehí­culo autorreflexivo.
Al margen de los postulados curatoriales, pero sin obviar su significación y pertinencia analí­tica, el visitante puede recorrer una generosa y espléndida selección de 191 obras rubricadas por 82 artistas, activos desde la época colonial hasta la actualidad. El conjunto reúne los detallados apuntes de lugares, animales y gentes facturados por Camille Pissarro, la geometrí­a orgánica de los dibujos con y sin papel de Gego, el trazo vibrante de los alambres en los relieves de Soto, la energí­a estructurante que recorre los desnudos de Alejandro Otero, la potencia direccional de Francisco Hung, los arabescos oní­ricos de José Ramón Sánchez, el trazo concentrado y regular de Héctor Fuenmayor, las disecciones de Roberto Obregón, la vertiginosa gestualidad de Maria Eugenia Arrí­a, los calcos de Eugenio Espinoza, los dibujos escriturales de Claudio Perna, los retratos sobre muestrarios de tela de Luis Salazar y los trabajos sobre facturas de Mariana Bunimov, entre otros.
Uno a la vez ... propone una mirada fija, pieza por pieza, dejando ver un panorama compuesto por obras singulares, irreductibles entre sí­, pero complementarias. Cada obra es un teorema visual único que debe apreciarse y comprenderse como un hecho especí­fico. Se trata, en resumen, de un ejercicio taxonómico y valorativo audaz, que asume el riesgo de violentar modelos canónicos y de sugerir hipótesis diferentes sobre la evolución y significado del dibujo en Venezuela. Por último, la exposición ofrece un magní­fico testimonio de las fugas y desbordamientos del dibujo hacia otras disciplinas como la pintura, el ensamblaje, la instalación y el video arte, dando la oportunidad de reinsertar este medio con plena legitimidad en el panorama actual de las artes visuales.