NESTOR ALI QUIÑÓNEZ

Hacia un Expresionismo Apolíneo

Por Pau-Llosa, Ricardo
NESTOR ALI QUIÑÓNEZ

Cuando el Neo-expresionismo (o Transvanguardia) surgió en el escenario del arte internacional a finales de los 70, pocos crí­ticos y curadores europeos y norteamericanos se molestaron en percatarse del hecho que el Expresionismo habí­a continuado a evolucionar en Latinoamérica desde el comienzo del modernismo (o vanguardia) en el hemisferio occidental. En efecto, los ciclos de estilos y modas que se suceden unos a otros en el Primer Mundo no son reflejados en Latinoamérica, salvo forzosamente para poder promover el arte de la región en el mercado internacional. En Latinoamérica, corrientes en el arte suelen convertirse en lenguajes plenamente desarrollados, y de ahí­ en sistemas de ideas, pasando así­ de una generación en otra y expandiendo y diversificando su carácter mucho despues que esa corriente haya pasado de moda en otras partes. Es más, estilos a veces considerados irreconciliables en el arte moderno o contemporáneo en el Primer Mundo son mezclados por distintos artistas en Latinoamérica, a menudo con gran éxito. Así­ que hablar, como lo hicieron muchos curadores en los 70 y 80, de una Transvanguardia en Latinoamérica tení­a poco sentido. Prefijos como Neo y Trans no pueden ser applicados al arte de Latinoamérica porque el estilo aquí­ se ve como un lenguaje y no como una estrategia de mercado. Inclusive, la aparatosa promoción del Neo-expresionismo en Europa y Estados Unidos generalmente ignoró artistas del grupo CoBrA, sin hablar de pintores británicos como Francis Bacon, Leon Kossoff, y Lucian Freud. Rara vez están en la misma página el mercadeo y el arte.
Pudiera afirmarse que la temporalidad del estilo-o la forma en que lenguajes visuales prevalecientes se suceden unos a otros-en Latinoamérica es una de las más claras distinciones entre el arte de la región y aquél del resto del Occidente. Latinoamérica está guiada por la temporalidad de la simultaneidad, no la sucesión lineal. Un buen ejemplo puede encontrarse en Nestor Alí­ Quiñones (n. 1963, Tovar, en los Andes venezolanos). Heredero de una formidable tradición expresionista en su propio paí­s, comenzando con el genio y pionero del modernismo Armando Reverón, pasando por varios importantes pintores, y culminando con la obra de otro gran maestro andino, Adonay Duque (n.1954), Quiñones pinta en un estilo que, para él, es tan profundo y real y perdurador como los dramáticos paisajes del occidente venezolano. La tradición expresionista cuenta entre sus maestros latinoamericanos con José Luis Cuevas de México, Antonia Eiriz de Cuba, los puertorriqueños Julio Rosado del Valle y Arnaldo Roche-Rabell, Alejandro Obregón de Colombia, y los argentinos Jorge de la Vega, Rómulo Macció, y Luis Felipe Noé-para nombrar sólo algunos de los artistas más conocidos. Por lo tanto, la pregunta que hay que hacerse es, ¿Qué trae Quiñones a esta tradición que sea nuevo?
Ya, a mitad de su carrera, está claro que Quiñones posee un refinado sentido de la teatralidad, un instinto por la puesta en escena que no se ve a menudo en otras obras latinoamericanas en esta corriente. No está solo en esto, sin embargo. Roche-Rabell, quizás el más electrizante de los pintores expresionistas trabajando en cualquier sitio hoy en dí­a, emplea un sorprendente sentido del espacio y lo dramático para convertir el centro de esta tradición-la catarsis-en un vehí­culo de revelación. El resultado en Roche-Rabell es una visión dionisiaca puesta al servicio de la reflexión existencial. En contraste, Quiñones y su predecesor Adonay Duque representan la corriente apolí­nea de esta tradición que usa las libertades texturales y cromáticas del Expresionismo y sus grandes temas de pasión e identidad como contrapesos. Lo que logran estos expresionistas apolí­neos es la revelación del balance en sí­, la armoní­a en la tormenta, la armoní­a como estructura inextricable y corazón de todo acto de crear imágenes.
Quiñones trae esta sensibilidad a diversos contextos de imagen: naturalezas muertas, retratos, y meta-pinturas (recreando imágenes y temas de maestros en su propio estilo). Flora y la figura humana y el agua (un importante tema recurrente) son apresados en un instante que no cae bajo la égida del reloj o las urgencias de la vida. En vez, Quiñones usa su lujuriosa paleta y pincelada para captar imágenes en el instante que pudieran convertirse en un concepto, pero todaví­a no. Quiñones ha aprendido a separar la retórica del tiempo y la convulsión y la epifaní­a de los ricos impastos de sus lienzos luminosos. El resultado es sobrecogedor, obras cuyo discurso pictórico pudiera llevarnos a esperar profusión lí­rica, en vez enfocando, como lo hace el haikú, los delicados detalles de la percepción y la organización de imágenes en la mente.
Una gran tradición crece hacia afuera, nunca por saltos ni anulando o minimizando lo que artistas anteriores alcanzaron. La obra de artistas como Quiñones reafirma la vitalidad de la pintura como modo de inteligencia humana-y no simplemente como una forma de hacer arte, capaz de utilizar códigos estilí­sticos en formas nuevas. Lo que hace que sea arte es que los códigos, aunque cambiados, se mantienen dentro de la tradición del estilo, enriqueciendo y profundizándolo. De otra manera, el proceso se parecerí­a al desplazamiento de significados en la linguí­stica o el cambio de poderes en la polí­tica, dos reinos cuyas premisas han sido utilizadas a menudo y erróneamente para comprender cómo la pintura vive en la imaginación.

Néstor Alí­ Quiñónes nace en San Cristóbal, Estado de Mérida, Venezuela en 1963. Realiza estudios en la Escuela de Artes Pláticas de San Cristóbal pero decepcionado, desiste; por ello se considera autodidacta. En 1995 es distinguido con el Premio Primer Premio Modalidad Bidimensional Salón Nacional de Arte de Aragua y en 1996 recibe el Premio Arturo Michelena. Ha participado en numerosas exposiciones colectivas e individuales en su paí­s. Su obra está representada en colecciones privadas nacionales e internacionales y en colecciones públicas nacionales como las del Museo de Arte Contemporáneo de Maracay "Mario Abreu", Museo de Arte Moderno de Mérida "Juan Astorga Anta", Museo "Arturo Michelena" de Valencia, Estado Carabobo; Museo de Arte Moderno "José Lorenzo Alvarado", en Tovar; Universidad de los Andes, Estado Mérida.