GABRIEL OROZCO

Transgresiones del tiempo y de la materia

Por Bello, Milagros M.
 
Gabriel Orozco es uno de los artistas contemporáneos más versátiles y osados. Su propuesta abarca desde fotografí­as manipuladas hasta instalaciones, objetos en transición, videos e intervenciones ambientales.
GABRIEL OROZCO
Gabriel Orozco es uno de los artistas contemporáneos más versátiles y osados. Su propuesta abarca desde fotografí­as manipuladas hasta instalaciones, objetos en transición, videos e intervenciones ambientales. La mirada de Orozco es planetaria y oblicua. Con su ojo exalta y transforma en protagonistas a recónditos rincones o humildes pasadizos del ambiente, que nunca podrí­an haber llamado la atención del espectador o del transeúnte. En sus manos el objeto ? tanto el industrial como el orgánico? asume una constante mutación; es intervenido y remodelado hasta transformarlo en otro; es resignificado, creando otro discurso, que es social, polí­tico y filosófico.
El objeto orozquiano es un artefacto-mutable, pasajero y multitopológico, localizándose indiferenciadamente en cualquier geografí­a o deslocalizándose de cualquier geografí­a. Es también deconstructivo, en su constante des-integración del texto y del metatexto implí­citos. El objeto orozquiano es tratado y concebido como un texto alegórico, que abandona toda épica modernista y se sumerge en un discurso contingente. Son ready-mades que han sufrido diferentes re-intervenciones manuales por parte del artista, haciendo prevalecer con ello el acto artí­stico per se en el sentido en que lo propuso Joseph Beuys pero también dando relevancia al objeto como artefacto industrial-protagonista, en el sentido en que lo propuso Marcel Duchamp, creando un contraste entre lo natural y lo inducido, lo industrial y lo pre-hecho. La obra de Orozco nace en el intersticio entre lo real y lo imaginado, entre lo fake y lo simulado. Una de sus obras más reconocidas, suerte de escultura-artefacto, fue La DS Citrí¶en (1993) realizada en Parí­s, en la cual cortó un Citrí¶en en tres partes; extrayendo la parte central, unió y selló las dos partes laterales, produciendo un nuevo tipo de objeto extraño y anamorfósico, con una distorsión calculada que revirtió el modelo industrial original, dando lugar a un nuevo diseño que revelaba la mutación de lo industrial. ¿Acaso como connotación de la diseminación de la sociedad post industrial?
En la obra Black Kites (1998), un cráneo dibujado con grafito, el artista replantea los valores sí­gnicos del vanitas, pero también es un proceso de entrecruzamiento cultural: este cráneo alude a la Fiesta de los Muertos tradicional de México, de donde es oriundo el artista. Y también es un nuevo tipo de escultura en el vocabulario contemporáneo.
En sus instalaciones hay una ruptura de la sintaxis visual que revierte toda narrativa y toda lógica. En la obra Pin Pond Table (1998) la mesa tiene cuatro costados para cuatro jugadores y en el medio una fuente de agua (en vez de la red) como singular intersticio que rompe con la narrativa estratégica del juego, que requiere otra participación y otra ley de juego. Este objeto-artefacto apunta también a una resignificación de los espacios invisibles del mundo: la fuente de agua en el centro remite al espacio acuático bachelardiano que todo lo absorbe y posibilita. Orozco rompe con la cadena significante del objeto visual culturalmente integrado a un contexto.
Hay una simulación escénica en sus fotos manipuladas, las cuales aparecen como paisajes imaginarios en los que no se localiza el contexto, estructurándose otra realidad, aséptica y poética. En Ball on Water (1994), una pelota de plastilina se refleja en el agua, que a su vez refleja nubes. Hay un orden sintáctico que es sólo aparente; esta pelota de plastilina fue colocada en agua en diferentes localidades donde viajó el artista haciendo cada intervención in situ.
En la obra Spume Stream (2003), una instalación con piezas colgantes hechas de espuma de poliuretano y expuesta en la Galerí­a Marian Goodman de Nueva York, el artista plantea una radical transgresión de la materia y de sus estados metamórficos. Los diferentes cuerpos flotan ingrávidos en el espacio, cada uno con deformaciones calculadas en sus estiramientos y moldeados, como si fueran cada uno fases o cambios de estado que siguen un patrón puramente caótico, o como rizomas inducidos e inesperados. Son objetos protésicos que se desplazan virtualmente, determinando una nueva perspectiva espacio temporal. En la instalación Multiple Pourings (2003), también realizada en la Galerí­a Marian Goodman de Nueva York, propone un conjunto de esferas en espuma de poliuretano que aparecen corroí­das, erosionadas en estados sucesivos, desde una primera que apenas erosiona el cuerpo, hasta la última en total desintegración. La obra deconstruye su cuerpo original en un proceso visualmente gradual, metaforizando otros procesos bio-orgánicos, macro o microcósmicos, que a nuestros ojos son invisibles. El espacio de la galerí­a es un continente tomado con un nuevo paradigma.
Orozco inventa una profusa galaxia de signos que aluden a intersticios invisibles, a estados procesales en la mutabilidad de la materia y del objeto. Revirtiendo el significado banal del objeto-artefacto, crea una retórica visual para una nueva mitografí­a contemporánea. Su obra es una ficción poética similar a la planteada por el escritor Jorge Luis Borges en Las Ruinas Circulares.