LA FOTOGRAFÍA ARGENTINA ESTANCADA ENTRE LOS MUROS DEL PODER LEGISLATIVO

Por Matías Helbig

En vísperas de BAphoto –la feria argentina especializada en fotografía que se llevará a cabo los días 6, 7, 8 y 9 de septiembre en la Rural- la escena del arte argentino , particularmente la de la fotografía, está atada de manos: según expresa la ley 24633 de Circulación Internacional de Obras de Arte, la fotografía no es considerada como tal. ¿Qué implica esto? Que el medio, a diferencia de otras expresiones artísticas como la pintura, la escultura, o las instalaciones, entre otras –beneficiadas por el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) establecido en enero de este año-, tiene la obligación de contratar un costoso despachante de aduana para enviar una obra al exterior (sin mencionar el fastidioso proceso burocrático que deben transitar artistas, coleccionistas y galeristas). O, de lo contrario, sacarla informalmente del país.

Ph: Rolf Art Galería.

En el marco de todo esto, Florencia Giordana Braun, directora y fundadora de Rolf Art Galería y una de las pioneras con relación al mercado de la fotografía argentina y latinoamericana explica: “Lo que sucede hoy es lo siguiente. Un galerista, coleccionista o lo que fuere, puede entrar y salir del país con fotografías como si nada, porque no hay una definición legal de que aquello que traslada sea una obra de arte. Ahora bien, esto genera que no haya registro de exportación del recorrido que la obra hace, condición sine qua non para realizar una venta a cualquier institución internacional que precisa fundar y documentar el ingreso de la o las obras a su acervo”. Esta traba legal, justamente, enfrentó, por ejemplo, la serie La Siesta Argentina, de Facundo de Zuviría, que el MoMA compró recientemente a Rolf Art; y es el camino que debe transitar toda fotografía de carácter artístico que sea adquirida por cualquier museo o institución fuera de la Argentina.

Otro caso: después de la participación de Rolf Art en ARCO Madrid 2017 –una de las ferias más importantes de Europa- el Museo Reina Sofía le compró a la galería una serie de fotografías de Liliana Maresca. Nuevamente, la galería debió regresar con las obras a la Argentina, para luego volver a enviarlas a Madrid mediante despachantes de aduana y onerosas empresas de transporte.  

Y todo por un capricho legal.

El artículo primero de la ley correspondiente a la exportación e importación de obras comienza así: “Las disposiciones de la presente ley se aplicarán a la importación y/o exportación de las siguientes obras de arte de artistas argentinos o extranjeros, hechas a mano con o sin auxilio de instrumentos de realización o aplicación, incluyendo aerógrafos”, e inmediatamente le sucede un listado compuesto por pintura, collage, asamblage, escultura, grabado, estampas, litografía, cerámica y textiles, todos ellos con sus infinitas variantes. Jamás se menciona la fotografía, ni alguna de sus variantes.

Pero el conflicto no se reduce solamente a esto. Uno podría pensar, o más bien debería pensar, que todas las galerías califican este tema como una urgencia, algo que precisa de solución inmediata, no solo por los artistas, sino también por el mercado del arte nacional. Sin embargo, las galerías que se han comprometido con este proyecto, lamentable, son una minoría –Rolf Art, Vasari y Jorge Mara-La Ruche.  Quizá, la representación más clara de la falta de apoyo está en la declaración que hizo Orli Benzacar, directora de la cámara de galerías Meridiano, al diario La Nación cuando explicó que la modificación de la ley no es una prioridad para el organismo, del cual Rolf Art forma parte.

En la trastienda de la galería ubicada en Esmeralda 1353, entre obras de Marcos López, Santiago Porter, Adriana Lestido y Marcelo Brodsky, y con una beba sobre su falda, Florencia reconoce sentirse decepcionada por la declaración de la dirección de Meridiano. “Cuando otros galeristas y yo, afectados por la indiferencia de la DNU declarada en enero, solicitamos que esta contemple a la fotografía dentro de la ley, fue a Meridiano a uno de los principales sitios donde fui a buscar ayuda”, advierte disgustada y agrega: “Somos minoría, y aparentemente el comité directivo de la cámara atiende las prioridades de otra mayoría”.

Las preguntas que hay que hacerse dentro de este contexto son hasta dónde tiene que llegar una galería o un artista para que se atienda esta necesidad, ¿no alcanza con que tres de los museos más importantes de la escena internacional –MoMA, Metropolitan y Reina Sofía-  hayan puesto su mirada y su bolsillo en una galería argentina especializada en el medio?, ¿cuántas ferias más, dedicadas únicamente a la fotografía, deben surgir para que un gobierno decida modificar un artículo extemporáneo de una ley? Florencia Giordana Braun se viene preguntando estas cosas hace años: “La fotografía es una expresión artística muy sólida. Es, de hecho, la única con ferias internacionales para su propio medio. No existe una feria de pintura o de escultura”.

A raíz de esta serie de sucesos, la galerista asume una posición estratégica para decirle al poder legislativo, al ministerio de cultura, a la cámara de Meridiano y a las instituciones artísticas de su país que hay que actuar pronto. Y no caben dudas que lo manifiesta a través de sus actos. En medio del montaje de la muestra de Cristina Piffer que inauguró la semana pasada su galería, Florencia, siempre disponible para hablar de la difusa situación que sufre una de las formas de expresión más valiosas de la contemporaneidad en su país, reclama con toda razón que “así como todos pelearon por sus intereses en vista de ArteBA, a menos de un mes de BAphoto, donde viene gente de todos lados a comprar fotografía, necesitamos que suceda lo mismo”.