DANIEL BARCLAY EN LIMA: UN PASADO PRESENTE

DANIEL BARCLAY EN LIMA: UN PASADO PRESENTE

Por Matías Helbig

El artista peruano radicado en São Paulo Daniel Barclay presenta su primera muestra individual en la galería Vigil Gonzales de Lima. Nuevo Loreto traza paralelismos entre el fin del fascismo italiano y el fenómeno Bolsonaro en Brasil. El poder, lo simbólico, y el arte como herramienta política.

DANIEL BARCLAY EN LIMA: UN PASADO PRESENTE

Nuevo Loreto, de Daniel Barclay, es una suerte de subversión simbólica. Ante la violenta apropiación cultural, discursiva e iconográfica desarrollada por la propaganda política de nuestros días, en este caso particular la emitida por Alianza por Brasil - partido que lidera el presidente Jair Bolsonaro-, el artista peruano cuestiona la manipulación de una serie de elementos intangibles que constituyen el imaginario colectivo de una nación y las consecuencias que dicho discurso político tiene sobre la identidad cultural y el territorio. Sin embargo, la obra aquí presentada no se limita a la denuncia: Barclay entra en este juego de apropiaciones y construye un contra-lenguaje que pretende desmantelar, neutralizar y despojar de belicismos (simbólicos) las estrategias propagandísticas que coaccionan el contexto sociopolítico actual. Así, la obra devuelve al espacio público todo un sistema de símbolos.

En un ensayo fundamental el filósofo alemán Boris Groys escribe: “La cuestión de la identidad no es una pregunta por la verdad sino por el poder: ¿quién tiene el poder sobre mi identidad, yo o la sociedad?” (Los trabajadores del arte, entre la utopía y el archivo, Caja Negra 2016). Barclay extiende esta pregunta sobre la identidad colectiva: quién posee el poder sobre la identidad nacional, cultural, ¿la sociedad o el gobierno de turno?

En ese marco, Nuevo Loreto yuxtapone dos hechos históricos que operan, desde lo mediático, de formas similares. Por un lado, Barclay trae al espacio de exhibición la fotografía de Benito Mussolini y otros cinco miembros de la República Social Italiana colgados cabeza abajo en Piazzale de Loreto (Milán, Italia) el 29 de abril de 1945. Por el otro, reproduce una serie de imágenes de la campaña y ascenso de Jair Bolsonaro, pero las presenta invertidas e intervenidas. En ese gesto doble, principalmente, reside su insurrección. Barclay acude al archivo para presagiar una forma de gobierno y su devenir, o mejor aún, propone anticiparse a ella para que la sociedad pueda reapropiarse de aquello que le pertenece antes de que la recuperación involucre la fuerza. En pocas palabras, con la brocha y el trabajo creativo, el artista, como si se tratara de un guerrillero dentro del campo mediático, se hace con este lenguaje -la repetición de imágenes hasta la acumulación- y revela las estrategias de manipulación.

En segunda instancia, el proyecto pone de manifiesto la dimensión física que supone violentar el orden mítico y simbólico. Sin ir más lejos, el novo ordem que promueve Alianza por Brasil ha desencadenado una crisis ambiental bien conocida por todos. La desregularización de las políticas de protección de tierras aborígenes en la Amazonía en función de un mayor rédito económico está produciendo efectos críticos sobre este territorio, elemento constitutivo -y no solo de Brasil sino de casi toda la región sudamericana- de la identidad cultural. En este sentido, la obra reflexiona en torno a otros dos ejes: cómo hacemos para definir una región cuyos elementos constitutivos, tanto físicos como simbólicos, están en un proceso de destrucción sin precedentes; y la importancia equivalente que tienen la geografía y la cultura (en términos excesivamente amplios) para dimensionar un espacio.

En definitiva, el mensaje que nos entrega Nuevo Loreto oscila entre la denuncia y la acción, entre la memoria y el archivo, entre las formas y el poder. Una serie de relaciones que tienen como objeto poner en manos de la sociedad la soberanía sobre los mecanismos de identificación. La obra de Barclay responde aquí, tal vez, a las exigencias del arte político del siglo XX (desde una perspectiva evidentemente contemporánea), hecho que nos habla no de un estancamiento de la producción artística, todo lo contrario, sino de una involución de la clase política latinoamericana.