200 AÑOS DE HISTORIA DEVORADAS POR EL FUEGO

El domingo 2 de septiembre marcó un día trágico para el patrimonio cultural de Brasileño y mundial: el Museo Nacional de Brasil, ubicado en el centro de la ciudad de Río de Janeiro fue devorado por las llamas. Según la declaración de funcionarios y miembros del museo, esto era una tragedia previsible dado a los recortes de presupuesto que el museo venía padeciendo hace años.

Ph: Televisa.

Fundado en 1818 por el rey Juan VI de Portuugal, el Museo Nacional de Brasil tenía una de las colecciones más importantes con relación a las ciencias naturales. Después del fuego, se estima que más del 90% de la colección fue consumida por el fuego.

Entre las pérdidas más lamentables, la comisión directiva señaló el esqueleto de Luzia, los restos humanos más antiguos jamás encontrados en Sudamérica ( aproximadamente doce mil años), una colección arqueológica de fósiles de la era de los dinosaurios y una colección de arte grecorromana.

Si bien todos lamentan la pérdida de uno de los patrimonios mundiales más ricos de las ciencias naturales, la vicedirectora del museo admitió que era algo previsible: el edificio venía sufriendo una serie gradual de recortes, además de las goteras, filtraciones y carencia de recursos que ya padecía la infraestructura.

Sin embargo, tras la negligencia, el fuego, la ira y el lamento, la reconstrucción del museo ya está en la agenda política. El ministro de Educación Rosieli Soares y el ministro de Cultura Sergio Sá Leitao, voceros de la tragedia, anunciaron la reconstrucción inmediata a través de tres fases. 

En primer lugar, USD 2,4 millones serán destinados a la reparación tanto física como estructural del Museo Nacional. Recuperado el edificio, otro USD 1,2 millones serán depositados para la financiación de un proyecto de reconstrucción aun no definido. Por último, con la colaboración de la Unesco y organizaciones públicas del país Sudamericano, el Presidente Michel Temer declaró que se definirá un presupuesto para constituir una nueva colección.

Por un lado, es sin dudas una escena lamentable para la historia del arte y las ciencias naturales que quedará grabada en el inconsciente colectivo de la sociedad brasileña. Por otro, es una alerta para tener más recados con respecto a los cuidados que requieren dichas instituciones, muchas veces relegadas a un segundo plano en la agenda política los gobiernos de turno.