Sameer Makarius

Por Marjan Groothuis | octubre 01, 2010

Sameer Makarius fue sin duda uno de los fotógrafos más prolíficos de los años 1950 y 60 en Buenos Aires. Casi todos los fines de semana salía de recorrida llevando consigo sus dos cámaras, una Leica y una Olympus, para retratar su nuevo hogar. Makarius llegó en 1953 a Buenos Aires, ciudad que debe haberle causado un gran impacto. Europa tenía cicatrices y se recuperaba lentamente, pero las cosas aquí eran completamente distintas. Una capital bulliciosa, moderna, elegante y segura de sí aguardaba ser explorada. Probablemente, sacar fotos lo ayudó a encontrar su rumbo y a llegar a conocer muy bien las costumbres de los habitantes de la ciudad. Pero a fin de cuentas, el pasado de cada uno determina por lo general su presente y su futuro. Makarius había estudiado arte en Hungría y siendo artista, tendía siempre hacia un enfoque visual. Comenzó como pintor en una época en que la abstracción, en todas sus variadas ramificaciones, era ya una de las principales tendencias y él adhirió a ella. Aun así, cuando arribó a la Argentina, su interés se centraba fundamentalmente en la fotografía. En algún momento entre mediados y fines de la década de 1940, se produjo un cambio muy importante y es interesante especular sobre qué lo originó. Tal vez Makarius se pasó a la fotografía por razones de orden práctico. No sólo existía una amplia disponibilidad de cámaras en ese momento sino que éstas se adaptaban bien a su vida nómada luego de finalizada la guerra. Antes de trasladarse a la Argentina, visitó y vivió en varios países, entre ellos Francia y Suiza. Y sobre todo, debido a su pasado artístico, ya sabía como trabajar la composición, la luz y la sombra.

Train in the neighborhood of La Bombonera Stadium, copy ca. 1960. Silver gelatin print, 9.4 x 11.8 in. Tren al borde de La Bombonera, copia circa 1960. Gelatina de plata, 24 x 30 cm.

A poco de llegar a Buenos Aires, Makarius comenzó a registrar la vida de la gran ciudad: sus monumentos más conocidos, vendedores ambulantes, partidos de fútbol, familias en sus salidas de la tarde de domingo, carreras de caballos, parques, el puerto, bares, teatros, agencias de lotería, grúas, detalles tales como picaportes, canarios en jaulas, ropa tendida agitada por el viento; a decir verdad, exploró todo tipo de temas durante sus visitas a todos los barrios de la ciudad. De Liniers a Constitución, de Recoleta a los parques de Palermo, Makarius anduvo por todas partes. Pero su lugar preferido fue La Boca, un barrio de clase trabajadora, ubicado en la ribera al sureste de la ciudad. Este distrito, que una vez fue destino favorito de muchos inmigrantes italianos, ha permanecido pleno de idiosincrasias y relativamente pobre hasta el día de hoy. Makarius se sintió inmediatamente atraído por la zona: “Me enamoré de La Boca, amo el lugar, sí, en esos términos. Me gusta la parte italiana, allí hay una hermandad y yo soy de Boca, como mi nieto y la mitad del país.”

El primer libro que Makarius publicó en 1960 se tituló ‘Buenos Aires y su gente’, mientras que el segundo, ‘Buenos Aires, mi ciudad’, se publicó en 1963. El título de este segundo libro es revelador: Makarius, el hombre que vivió, estudió y trabajó en una cantidad de países, terminó amando su nuevo hogar.

¿Pero por qué tomó Makarius tantas fotografías de Buenos Aires? Hay literalmente miles y miles. Tal vez esta enorme ciudad de expansión descontrolada fue como otro mundo para él y en este otro mundo había, a su vez, tantos otros diferentes. Probablemente todo y todos llamaron su atención, pues era tan distinto de aquello a lo que estaba acostumbrado y además, el ánimo era más optimista y positivo aquí que en Europa. Después de todo, Hungría estaba a punto de ser absorbida por el bloque comunista, la Guerra Fría se palpaba en el aire cuando aún las cicatrices de la Segunda Guerra

Mundial no habían sanado. En mi opinión, las fotografías de Makarius se enfocan en todo lo anterior y en mucho más, pero también muestran la ciudad a través de los ojos de un hombre que la recorre con asombro. Por lo tanto, sólo podrían haber sido tomadas por él, pues era necesario un cierto estado de consciencia y curiosidad, aparte del hecho obvio de que sabía tomar fotografías.

Con el tiempo muchas fotografías de Makarius se han vuelto emblemáticas, por ejemplo, la imagen del obelisco, la cual fue reproducida parcialmente en la tapa de su primer libro. Según el fotógrafo esa imagen fue tomada desde el octavo piso de un edificio en la esquina de la Avenida Corrientes y la calle Bernardo de Irigoyen alrededor de las cinco de la tarde. Aunque Makarius no tuvo una hora preferida para sacar fotos: “La mejor luz del día depende de cómo sea el día”. Muchas otras fotografías conocidas fueron tomadas en el barrio de La Boca. Un número importante de éstas incluyen algunos hitos famosos, como el Puente Transbordador (que ha estado fuera de servicio por años) y La Bombonera, el estadio del popularísimo club de fútbol Boca Juniors (de ahí el comentario anterior de Makarius referente a que la mitad del país es simpatizante de ese club). Pero muchas otras fotografías también se han hecho famosas, por ejemplo, las que tomó en el matadero o las que se enfocan en el puerto. Se podrían citar numerosos ejemplos, ya que Makarius trató en gran detalle a Buenos Aires y sus habitantes, sus costumbres, cómo vivieron y trabajaron. A decir verdad, no se le escapó ningún detalle; abordó la alta y la baja cultura, puesto que todo tema are válido. Probablemente no resulte exagerado afirmar que Makarius abordó exhaustivamente el tema de la ciudad de Buenos Aires, como no lo hiciera ningún otro fotógrafo antes o después de él y menos aún en los años cincuenta y sesenta. En suma, retrató en detalle a la ciudad y a su forma de vida y en ese proceso se convirtió en el cronista de Buenos Aires por excelencia.

Este texto está basado en una entrevista a Sameer Makarius que tuvo lugar en su casa de Vicente López el viernes seis de febrero del año 2009.

Perfil:

Sameer Makarius was born in Cairo (Egypt) in 1924, his father Egyptian and his mother German. In 1930, when he was six, the family moved to Berlin. At the outbreak of the Second World War, the family became stuck in Hungary on their way to Egypt. Makarius studied art in Budapest; he was a co-founder of the Hungarian group of concrete art and had his first exhibition there in 1944. Makarius came via Switzerland and Paris to Argentina. He arrived in 1953, and at that time he already dedicated most of his time to photography.

Makarius was a very prolific photographer during the 1950s and 60s. Buenos Aires, especially the La Boca neighbourhood, was his favorite theme, while he also portrayed lots of artists. He died on 3 August, 2009. His estate consists of some 120,000 negatives, plus thousands of photographs. He also left behind a very considerable number of paintings, drawings and collages. Indeed, throughout the years, Makarius also made lots of works of art, and the human figure in all its guises and moods is often the dominant theme. During his lifetime, Makarius exhibited widely at home (his first exhibition in Argentina took place in 1953) but also abroad, in New York, Zurich, Madrid and Budapest, among other cities.
He published several books, namely ‘Buenos Aires y su gente’ (Buenos Aires and its inhabitants),1960; ‘Buenos Aires, mi ciudad’ (Buenos Aires, My City), 1963, and ‘Retratos de artistas (Portraits of Artists), 2007.