Emilio Perez

un pintor de pintores

Por Claire Breukel | enero 18, 2012

New York
Emilio Perez nació en Nueva York y se crió en Miami, Florida. En 1990,a la edad de 18 años, volvió a Nueva York para asistir al Pratt Institute y dos años más tarde regresó a Miami para completar su licenciatura en Bellas Artes en el New World School of the Arts.

Emilio Perez

Una vez finalizados sus estudios, comenzó a experimentar con pintura sobre paneles de madera, desarrollando un estilo único que continúa perfeccionando. Ha mostrado su obra en exposiciones colectivas en galerías y museos en todo Estados Unidos, incluyendo la galería Albright-Knox en Buffalo y el Bass Museum of Art en Miami. También ha exhibido a nivel internacional en Israel, Alemania, Noruega, Italia y Canadá. Emilio Perez ha presentado trece muestras individuales, principalmente en Miami y la ciudad de Nueva York, aunque su exposición más reciente, titulada “Rivers Always Meet the Sea” (Los ríos siempre confluyen en el mar) tuvo lugar en la Galería Lelong en París, Francia. La obra de Perez está ampliamente representada en las colecciones de museos, fundaciones y en colecciones corporativas entre las que se cuentan la del Miami Art Museum, la Fundación Arco, Madrid, la Colección del Bank of America y la de la galería Albright Knox. Emilio Perez vive y trabaja en Nueva York.
En un momento en el que el mundo del arte contemporáneo muestra un apetito insaciable por lo espectacular, como lo expresan disciplinas tales como la instalación, el video y la performance, que un artista se embarque en un diálogo exclusivo con la historia y las metodologías de la pintura daría la impresión de ser algo obsoleto. Sin embargo, puesto que la pintura parece reinventarse constantemente (en su artículo de 2001, “Todavía no está seca”, Roberta Smith confirmaba que la pintura, en realidad, no ha muerto y que constantemente expande sus propios límites), no habría una inversión más seria y genuina que la de enfocar la propia carrera en explorar las posibilidades de la pintura. De hecho, el interés de Emilio Perez en la acción de pintar como una forma de expresión directa y honesta, lo alinea fundamentalmente con la filosofía de los expresionistas abstractos y los cultores de la pintura de acción del pasado. Así, Emilio Perez es un pintor de pintores. Utilizando esta filosofía como base de su práctica artística, amplía su técnica “dibujando” sobre la superficie de sus obras por medio de cortes precisos y minuciosos. Esto le da una dimensión de orden a una capa subyacente de pinceladas aparentemente caóticas que fusiona de forma inigualable las disciplinas del dibujo y la pintura. Perez desarrolló esta técnica paralelamente a sus experiencias personales, transformando su obra, en muchos aspectos, en una extensión de su personalidad. Por lo tanto, la biografía y la dinámica de Perez constituyen elementos esenciales para comprender la lógica del proceso que utiliza y su enfoque con respecto a pintar cuadros.
Paradójicamente, Emilio Perez es a la vez tenso y amable. Son, tal vez, estas características opuestas de su personalidad las que hacen posibles sus pinceladas “intuitivas” y expresivas y el dibujo “racional” y preciso que coexisten en sus obras. Se describe como una persona llena de energía y en busca de gratificación inmediata, que fue lo que lo llevó al descubrimiento de su proceso. Demasiado impaciente para esperar que la superficie de sus pinturas se secara, Perez comenzó a cortarla, desplazando las capas de pintura fresca. Durante este juego, descubrió una técnica que incorporaba una capa de detalles y orden a las violentas marcas gestuales subyacentes. Esto le da a la obra un refinamiento gráfico similar al de una linografía exquisitamente tallada, dotando a la pintura de una dimensión escultórica adicional que sugiere lo híperrealista. De hecho, las marcas precisas de sus cortes proporcionan a sus pinturas una cualidad gráfica que ha sido equiparada a una variedad de estéticas estilísticas. Sin embargo, estas deducciones estéticas son generalmente demasiado literales y simplistas.
También se ha asociado la obra de Perez con una variedad de estilos artísticos. La acción espontánea que utiliza para aplicar la pintura y sus composiciones que se extienden descontroladamente crean un movimiento que va más allá del marco, lo que comúnmente se ha correlacionado con las pinturas gestuales de Jackson Pollock − reflejando, en efecto, las incisiones de Perez las capas de líneas de las chorreaduras de pintura de Pollock. Sin embargo, la naturaleza deliberada de su proceso de calado imposibilita un resultado basado exclusivamente en la acción. También puede observarse que Perez comparte con el pintor originario de Leipzig, David Schnell, una sensibilidad para crear perspectiva y profundidad, colocando ambos capas de líneas por sobre las marcas gestuales para activar las capas de la superficie y evocar una sensación de movimiento y profundidad. El resultado final de la obra de Perez difiere, sin embargo, del de Schnell, cuyos paisajes hiperrealistas desplazan al espectador en el tiempo y el espacio al presentarle una realidad alterada. Perez, en cambio, ofrece un espacio atemporal y sin límites, que ubica al espectador en un indescifrable punto intermedio entre lo expresivo y la posibilidad de representación. Para Perez, ninguna de esas fuerzas es viable por sí sola, y ambas batallan sobre la superficie del cuadro en un caos ordenado que es a la vez provocativo y atrayente.
Si bien todas estas asociaciones son válidas en la medida en que integran el subconsciente de Perez, son en realidad solamente periféricas en lo que concierne a la verdadera intención de su obra, que es en gran parte intuitiva. Así, las comparaciones directas son insuficientes para captar la totalidad de la obra de Perez, y en consecuencia sus pinturas son difíciles de clasificar. Las obras de Perez representan, por el contrario, un verdadero maridaje entre el género de la pintura y un diálogo personal contemporáneo. De hecho, utilizando el formato de la cuadrícula pictórica, Perez considera a sus obras de mayor tamaño paisajes y a las piezas más pequeñas, retratos íntimos. Este formato tradicional es accesible y discreto, lo que permite a Perez poner el énfasis en lo visual en la composición de las obras. Inspirándose en los Coloramas de Kodak de la década de 1950, que ubicaban personas, objetos y colores dentro de paisajes vívidos y épicos, Perez compone sus pinturas utilizando formas gráficas y colores concentrados para crear reinterpretaciones del paisaje en forma abstracta.
Recurriendo a estímulos visuales de su entorno como fuente de inspiración, Perez selecciona su paleta de colores y construye sus composiciones basándose en la intuición. De manera congruente, cada serie de obras es única y lo que le proporciona cohesión es una paleta de color común conectada a la experiencia de vida y de viajes del artista durante ese tiempo específico − siendo su intuición la que guía sus acciones y elecciones a través de todo el proceso. En 2011, su exposición, “Rivers Always Meet the Sea”, estuvo compuesta por obras que contenían una gama de tonos verdes oscuros, azules y marrones inspirados por los techos de cobre de los edificios históricos parisinos que lo rodearon durante su estadía en esa ciudad. En su obra Keeping Down Confusion, específicamente, Perez se inspiró en las intensidades de este entorno, creando composiciones con colores concentrados en mosaicos de formas que se expandían, infundiéndole de esta forma energía a su obra, así como también una fuerte cualidad asociativa por medio del color. Así, Perez se convierte en un canal para sus experiencias, creando una obra enraizada en el presente, una obra “del momento”.
Por otra parte, en su enfoque intuitivo del proceso de corte renuncia al control conciente, permitiendo que la obra evolucione orgánicamente y que el rompecabezas abstracto se revele. Su intuición también interviene para indicarle cuándo la obra está terminada. Contemplar las obras de Perez una vez terminadas es dar testimonio de la acción pintada, que describe una conversación en curso entre el artista y su pintura y que, a diferencia de la escultura, que él considera mucho menos flexible, es reaccionaria y espontánea. Esta espontaneidad, contenida por la regulación del proceso de ejecución de marcas, da forma a un diálogo completo entre las cualidades inherentes a la pintura y el dibujo.
Como resultado de la expectativa en cuanto a que los artistas experimenten con una variedad de medios, se ha criticado a Perez por ser intransigente en su enfoque de la pintura. En respuesta a esto, Perez creó una envoltura vinílica sitio específica para pared que aparecía espectacular y vívida, aunque carecía de la cualidad táctil y la animación de las celebradas superficies pintadas del artista. Perez elige sumergirse cada vez más en las posibilidades del dibujo y la pintura. Dedicado a agregar dimensión a sus superficies pintadas, nvestiga la forma de lograr fondos más pictóricos para sus obras y cómo integrar aún más las capas superficiales de marcas.
Citando ritmos musicales (que van desde el rock al jazz) como fuente de inspiración, a Perez le gustaría, idealmente, trabajar aún más rápido. Recién salido de una residencia en el Lux Art Institute en Encinitas, en el sur de California, Perez pasó un mes trabajando en un tríptico titulado All I Can Say y explicando a los visitantes el proceso que utilizaba. Aparentemente, Perez crea las intrincadas superficies de sus pinturas empleando un proceso que consta de dos etapas. Comenzando con un panel de madera como base, el artista aplica sobre la superficie, con rapidez y soltura, más de un galón de pintura acrílica y látex por medio de amplias pinceladas envolventes. Luego, utilizando una cuchilla de artesano, recorta la superficie para crear dibujos al revelar la pintura y el color subyacentes, dando origen a una hoja de ruta de líneas que dejan capas de pámpanos de pintura sobre el piso de su estudio. Encuentra satisfacción en descascarar capas de pintura, afirmando que “despierta una alegría fundamental en todos nosotros”, y describe esta acción como “la transformación de un objeto bidimensional en algo más.” El resultado es un efecto de ilusión óptica o trompe l'oeil en términos de profundidad y perspectiva. Por lo general, completar una sola pintura, con todo el trabajo de construcción en capas y recortes, le tomaría a Perez más de un mes. Sin embargo, el artista pudo completar el tríptico en el transcurso de su residencia.
Por ultimo, es la intuición de Perez la que contribuye a combinar una amplia gama de fuentes de inspiración, convirtiéndolo en un maestro de la “mezcla”. De hecho, Perez obtiene los títulos para sus obras empleando este mismo método de combinar las fuentes. Recopila palabras tomadas de títulos de canciones, periódicos y publicidades y crea frases y combinaciones lúdicas aunque deliberadamente ambiguas. El único criterio que aplica es que los títulos deben evocar una acción sugerida por el contenido de las obras. Así, nuestra asociación libre relativa a estos términos funciona del mismo modo que las asociaciones que nos generan los sugestivos colores, composición y ejecución de marcas de Perez, es decir, nos permiten imaginar. Su habilidad para incorporar y reinterpretar sus experiencias en su pintura de manera que esté libre de jerarquías de formas, que transmita con honestidad sus asociaciones intuitivas relativas al color y la composición, y que sea evocativa a través de una abstracción épica, confiere a la obra de Perez una honestidad que cautiva y una intensidad embriagadora. Cuando el resto del mundo del arte contemporáneo se obsesiona con explorar continuamente nuevos medios de expresión, Perez continúa ahondando aún más en la pintura.

“No interpreten lo que se encuentra allí; interpreten lo que no está allí.”
Miles Davis, músico de jazz.
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