LA REVOLUCIÓN FEMINISTA EN EL ARTE

Por Azul Cibils

Desde un domo transparente que inducía una sensación de privacidad absoluta, rodeada por una ciudad vibrante de arte y cultura, la profesora y crítica de arte española, Estrella de Diego, conversó con la historiadora de arte argentina, Diana Wechsler, en un encuentro abierto al público. La Semana del Arte llegó a Buenos Aires en un momento histórico para el país. En una coyuntura internacional donde la mujer y su genealogía son protagonistas, el Gobierno de la Ciudad trajo a Buenos Aires la cuestión de la teoría de género. Las académicas delinearon el impacto que ha tenido el feminismo en el desarrollo del arte contemporáneo, al igual que sus efectos en la critica del arte en sí.

Estrella de Diego y Daiana Wechsler en el Domo de la Semana del Arte.

Estrella de Diego es profesora de arte contemporáneo en la Universidad Complutense de Madrid. Dedicó su carrera a estudiar el arte tras la teoría de género y estudios poscoloniales y fue otorgada una Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes por el Consejo de Ministros de España. Diana Wechsler es historiadora, investigadora y crítica de arte. Está a cargo de los estudios curatoriales en UNTREF (Universidad Nacional de Tres de Febrero) y es la directora de BIENALSUR (Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur). En el marco de los encuentros organizados por Art Basel, una feria de arte internacional, en Buenos Aires, ambas intelectuales conversaron sobre los efectos que ha tenido la teoría de género actual sorbe la escena artística.

Las expertas se mostraron tan entusiasmadas como preocupadas por la revolución feminista y su impacto en el arte. Por un lado, gozan de la ruptura con el binarismo y sus consecuentes esquemas, y celebran la ahora posible dualidad de la mujer. Por el otro, advierten contra el reemplazo de un esquema binario por otro. El feminismo es en la actualidad una cuestión omnipresente que, como dijo Wechsler, “tiñe cualquier comentario que se haga”. El nuevo punto de vista que introdujo al arte es un arma de doble filo. Los museos, en el afán de complacer a su público, han introducido a sus colecciones permanentes obras hechas por mujeres, desterrando al ático muchas piezas maestras. Algunas artistas, incluso, disfrutan de más fama de la merecida, como, en la opinión de Wechsler y de Diego, es el caso de Hilma af Klint, quien fue recientemente homenajeada en el famoso Museo Guggenheim en los Estados Unidos. No todas sus obras son dignas de tal admiración, argumentan las expertas. Mientras que en la época de Klint ser mujer era una desventaja, hoy en día tiene sus privilegios. En vez de sucumbir a otro esquema, esta vez uno en que las mujeres somos beneficiadas, Wechsler y de Diego proponen aprender de nuestra marginación para incorporar al status quo la inclusión de todos. “No cambiemos un poder por otro”, rogó de Diego.

La revolución feminista alteró completamente las estructuras de la crítica de arte. Nos volvemos a cuestionar el origen y significado de todos los paradigmas del arte, lo cual, inevitablemente, se transmite al re-cuestionamiento de sus obras. “Todo arte es contemporáneo”, explicó Wechsler. La mirada modifica la obra, y hoy más que nunca nuestra mirada es diferente. Desde un marco teórico de la teoría de género, una misma obra puede cambiar su significado rotundamente. Tal es el caso del trabajo de Sophie Taeuber-Arp, la artista y bailarina suiza que participó del movimiento dada, incorporando técnicas típicas del surrealismo. Su arte luego se expandió al diseño textil y la danza, pero su vanguardismo trascendió la época. Mientras que Picasso pudo pertenecer a muchas etiquetas al mismo tiempo—cubismo, surrealismo, neo clasismo, entre otras, Taeuber-Arp debió corresponder solamente a una. Su posición como mujer automáticamente le permitió una sola faceta.

“Las mujeres solamente hemos tenido cuerpo”, explicó Estrella de Diego. Se nos exigía ser inteligentes, mientras que a los hombres meramente no ser tontos. El contexto actual de inclusión de la mujer en la escena del arte permite el redescubrimiento de artistas como Sophie Taeuber-Arp y sus múltiples facetas. Las mujeres jamás se acoplaron al canon porque jamás fueron parte de él. Carecimos de genealogía, a diferencia de los hombres, lo cual nos significó una libertad absoluta de creación. De la mano de Nietzsche y Foucault, quienes argumentan que el origen del orden establecido yace en las relaciones de poder (que, según ellos, es la esencia de todas las relaciones), Estrella de Diego explicó que el descubrimiento de la genealogía de la mujer permitió la ruptura con su subyugación y el encuentro de su originalidad.

 

Esta revelación ha creado nuevas cuestiones a las que hay que estar alerta. Debemos continuar preguntándonos si lo que ahora denominamos valioso, efectivamente lo es o si pensamos eso porque nos lo han enseñado. Esta cuestión filosófica, explorada en profundidad por el historiador de arte del siglo XIX, Ernst Gombrich—omnipresente en el campo de la crítica—, no debe ser olvidada. La inclusión de un actor social previamente marginalizado significa una ruptura de los cánones. Pero también amenaza la objetividad, sobretodo durante el apogeo de la ruptura, que lo estamos viviendo hoy. Estrella de Diego presentó el ejemplo de la famosa artista, Artemisia Gentileschi. Se preguntó por qué algunas de las obras de Gentileschi son más homenajeadas que otras y cuestionó el arquetipo con el cual se definen los limites del valor del arte. Mediante una reflexión que contemplaba la ausencia de una respuesta a esta cuestión, la profesora comunicó no solo la ambigua belleza del arte, sino la urgente importancia de estar alerta a tal ambigüedad. Este estado vigilante nos permitirá hacer una critica consciente, en lugar de complaciente.

En un encuentro que solamente podría ser definido como harmónico, Diana Wechsler y Estrella de Diego delinearon la huella que la revolución feminista está dejando en el mundo artístico, poniendo de manifiesto la intrínseca relación entre lo humanístico y la producción plástica. Mediante un discurso balanceado, las expertas llamaron a encontrar un territorio intermedio. Sus apegos al feminismo, combinado con sus sabidurías preventivas, las llamó a una mediación entre todas las disciplinas e ideologías. “No quiero que mande nadie”, explicó de Diego, reclamando por una revisión de los discursos y pensamientos. La conversación llamó al cuestionamiento de todas las preconcepciones sociales y artísticas con el fin de dar lugar a una expresión artística más libre, pura y genuina.