Pascal Meccariello

Fragmentos esenciales

 
El arte es un gran delirio, una obcecada rebeldí­a que nos impide conformarnos con la simple apariencia de las cosas y nos impone la tarea de buscar su esencia.
Pascal Meccariello

El arte es un gran delirio, una obcecada rebeldí­a que nos impide conformarnos con la simple apariencia de las cosas y nos impone la tarea de buscar su esencia. Los que elegimos este afán y lo convertimos en oficio, aprehendemos diversas avenidas por donde transitar en la búsqueda deliciosa de ese enigma que pretendemos hacer aflorar como nuestro sello propio, nuestro propio espectro. Pero no es tan fácil cuando queremos compartir estas propiedades con el mundo exterior; hay que traducirlas del lenguaje instintivo con que las concebimos y calzarles normas, preferencias o prejuicios estéticos para hacerlas accesibles al medio que nos interesa?.
La ardiente búsqueda de lo esencial traspasa la obra y la personalidad artí­stica de Pascal Meccariello (Santo Domingo, 1968), dibujante, grabador, ceramista, instalador, actor, performer, emergente polifacético y preciso imaginero de la multimedia latinoamericana contemporánea. Su libre formación multidisciplinaria, su rigor conceptual y sus ingénitas condiciones creativas auspician esta constancia ineluctable ante la hipermí­mesis y la distracción que sustraen a la realidad artí­stica dominicana de la actualidad.
Su persistencia en abolir contrarios; en integrar, unificar y totalizar códigos, formas y medios creativos, se advierte desde sus iniciáticas tentativas con el dibujo y la cerámica. Desde sus decisivas pruebas de fuego (hacia la primera mitad de la década de los 90) que más adelante determinarí­an su registro indiscutible al lado de subvertidores claves del arte de los 70 y 80, tales como Geo Ripley, Jorge Severino, Martí­n López, Tony Capellán, Belkis Ramí­rez, Jorge Pineda, Fernando Varela, Raúl Recio, Marcos Lora Read, Polibio Dí­az o Johnny Bonnelly.
Versatilidad imaginativa y realidad espiritual asumiéndose y depurándose a profundidad. A costilla de su propio cuerpo busca ?traducir? su í­ntima espectrologí­a existencial. Pero, más que una ?traducción? de las devastaciones ontológicas de su mismidad, la práctica artí­stica de Meccariello nos deja ver algunos fragmentos de una poética eminentemente lúdica y comprometida con la reflexión. De ahí­ su juego perpetuo con los secretos de la vida en el tiempo, en la materia, en el rito, en la memoria espiritual.
Se trata de un juego infinito, comprometido y comprometedor. Y no es que Meccariello prefiera la opción del escándalo, sino que sus reacciones visuales polivalentes retienen una previsión de imágenes resueltamente instigadoras de respuestas intelectivas. A raí­z de su participación en el Inside de la Documenta de Kassel (1997), el artista enfatiza el recurso de manipular, fraccionar o resignificar la imagen de su propio cuerpo. En los últimos cinco años especializa este recurso en una inusitada serie de realizaciones con imágenes digitales en las cuales integra una impresionante multiplicidad de signos y soportes naturales y tecnológicos, tales como fuego, agua, aire, tierra, vidrio, madera, fotografí­a, plexiglás, metales y video.
En esta serie destacan propuestas e instalaciones como las tituladas: ?Vulnerario? (1997), ?Rituales de salvación?, ?Poderes?, ?Listo para volar?, ?Señales proteicas?, ?Un toque de angel", ?Refugio en el Fondo?, ?El hijo del verdugo? (2000), ?Crisis de imagen" (2001), y ?Los secretos mejor guardados? (2002). Además, las video-instalaciones: ?La casa del cordón?, ?El sonido del Mar? (2001), ?Psicodelia Sensorialis? (2003) y el video-performance ?Their Home is my Home" (2001). Asimismo, el propio cuerpo traspasado en los signos de casas, armas, crucifijos, alas, sillas, flores, espinas, copas, oraciones, fetiches, utensilios, prendas de usos domésticos, rituales y personales, le sirve a Meccariello para articular una cadena de relaciones significativas que nos remiten a la conducta práctica del ser humano y, al mismo tiempo, a la ví­a fugitiva de los sueños, a las ilusiones de la vigilia y las utopí­as posibles. Instrumentos pasionales de la evocación. Estupenda parafernalia de la polisí­ntesis como proceso de reapropiación, asimilación y transmutación de una diversidad de elementos etnogenéticos, códigos, creencias y valores culturales diferenciados que signan la realidad latinoamericana contemporánea.
Todo el juego de Meccariello se inicia a partir del instante en que decide confrontar su propio ser y no ser ante el espejo. Asistimos entonces al despliegue de un discurso donde la imagen del cuerpo como espejo es receptáculo de la memoria; de una consciencia escindida; de almas transgredidas y anatomí­as transfiguradas. Aquí­ el cuerpo desnudado más allá de todo maniqueí­smo. Deliciosamente deconstruí­do en una dialéctica de fulgores materiales y claroscuros existenciales. El cuerpo como continente de lo sagrado y lo profano, como llameante metáfora del pathos existencial. Imaginario cargado de cifras, elecciones y tensiones humanas. Residuos de tinieblas e iluminaciones cotidianas. El cuerpo masculino como presencia mitificada y desmitificadora. Y en esta misma visión: puestos en escenas los ritos y las dilataciones del poder, de la sexualidad, de la domesticación sentimental, de la hipermetropí­a de la fantasí­a, de la moral y de las éticas sociales contemporáneas.
El grado único de elaboración simbólica que Pascal Meccariello alcanza en el develamiento de sus otredades identitarias se despliega en una admirable profusión de reacciones simbólicas que cristalizan la persistencia del cuerpo humano como paroxí­stico escenario de lo inmanente. Como teatro básico de su propio instante, de su propia realidad espiritual. Como preñados fragmentos de historias esenciales. Como lúcida puesta en imagen de los pormenores trascendentales de una psique colectiva de excepcional vitalidad y de una plasticidad mental maravillosamente contradictoria, violentamente mistificadora.

Nace en Santo Domingo, República Dominicana, en 1968. Entre sus más importantes exposiciones podemos citar Eventa 5, Suecia, 2000; Bienal de Lima, Perú y Contemporánea Art Fair, Miami, 2002.
Ha realizado nueve exposiciones individuales, la última en Galerí­a El Espacio, Santo Domingo, 2002.
Entre los premios a que se ha hecho acreedor caben destacar: Gran Premio Concurso de Arte E. León Jiménez (2002), Primer premio de instalación en la XX Bienal Nacional de Artes Visuales de Santo Domingo (1996) y Beca UNESCO (1994).