REVIEWS - JOSE BEDIA

Ramis Barquet, New York

By Villasmil, Alejandra
REVIEWS - JOSE BEDIA
En sus recientes pinturas de gran formato, José Bedia (La Habana, 1959) comenta sobre temas como la guerra y la tecnologí­a a través de una narrativa cargada de magia y grafismos. Las obras continúan su exploración formal y temática, caracterizada por su paleta de tonos oscuros, sí­mbolos, textos con mensajes que aluden a una suerte de sabidurí­a popular, cuestiones de identidad y el protagonismo de la lí­nea y el dibujo. El artista, que reside en Miami desde 1993, construye historias fabuladas en la que trenes, grandes buques de guerra y personajes fantásticos y demoní­acos son las guí­as visuales. Las figuras las inserta en fondos negros que, como en su obra anterior, remiten a noches eternas, cielos abismales y paisajes cósmicos, referencias que en estas pinturas se extienden al caos y la complejidad de la sociedad contemporánea. La obra de Bedia se distingue por su particular dibujo y su aproximación gráfica a la pintura -comparada a veces con el estilo grafiti contemporáneo o, incluso, la pintura rupestre-, así­ como por la mezcla de sí­mbolos asociados a la cultura afrocubana. El simbolismo de Bedia deriva del encuentro entre su práctica personal de la Regla del Palo Monte, una de las religiones afrocubanas más populares, y las culturas indí­genas de América, las tribus africanas y la imaginerí­a afroamericana. En sus pinturas recientes, pequeñas figuras humanas con cuernos representan esos "pequeños demonios" en los que podemos convertirnos los seres humanos en nuestros viajes por distintas geografí­as y cosmogoní­as. Los barcos y los trenes de alta velocidad son comentarios irónicos sobre la tecnologí­a como sofisticado medio de escape, como lo refleja la obra Más rápido nos hará mejores, un retrato de la carrera tecnológica en la que tratan de sobrepasar a un ferrocarril que avanza a toda velocidad un ciervo y un diablillo. El personaje del diablillo reaparece -multiplicado, en actitud relajada y cigarro en mano- en las obras La vida pudo ser más simple y Eso no se queda así­, mientras que en La tranquilidad de saber que todo está en orden se encarga de soplar las chimeneas de un barco, en un vano esfuerzo por apagar los motores de un progreso avasallador y fuera de control.