Gunther Gerzso

Un gigante de la imaginación

By Luis, Carlos
Gunther Gerzso
Después de un intenso recorrido por varios estilos relacionados con el realismo y el surrealismo, y además como escenógrafo, Gunther Gerzso encontró su camino en el arte abstracto. Ese cambio sucedió aproximadamente hacia 1961, cuando comenzara su perí­odo llamado Griego. Fue a partir de ese momento cuando su pintura presenció un vuelco de dirección que lo llevara hacia la ejecución de un arte abstracto sui generis. Subrayo sui generesis porque desde sus comienzos las exploraciones que este artista hiciera por los caminos de la abstracción estuvieron dictadas por la presencia de la monumentalidad de la arquitectura aborigen de su paí­s natal: México. Dentro de ese contexto Gunther Gerzso se movió a sus anchas, recorriendo de cabo a rabo los distintos puntos focales donde floreciera el arte Azteca, Olmeca, Maya y de otras culturas nativas. Lo que el artista percibió en esas culturas fue una disposición masiva de planos arquitectónicos que poseí­an una naturaleza pictórica susceptible de ser interpretada mediante la abstracción. De ahí­ parte, entonces, su inclinación a ver la realidad a través de esos planos.
No fue por gusto, pues, que el perí­odo que iniciara su entrada en el arte abstracto estuviese localizado en la Grecia clásica. Aunque esas obras reflejaban algo de la influencia de un Rothko o de la pintura bruta a la sazón de moda en Europa. Pero en el fondo lo que Gerzso percibió fue que la arquitectura griega disponí­a de sus estructuras con una finalidad armónica pero al mismo tiempo teniendo presente cierta distorsión de la misma, como lo hicieran los maestros que confeccionaran el Partenón. Al crear espacios conducentes a una visión centrada en la belleza equilibrada de las cosas, crearon a su vez otra opuesta: allí­ donde la armoní­a imperaba también existí­a una especie de desequilibrio como para hacernos ver la imperfección última de toda creación humana. El arte precolombino, por su parte, se ocupó de presentarnos con sus figuras la voluntad de sostener una monumentalidad hecha más allá de la medida humana. El gusto de Gerzso por ese arte se manifiesta no sólo en las influencias obvias que tuvo del mismo, sino en muchos de los tí­tulos que le pusiera a sus obras: Personaje Mitológico, Ixchel, Reina del Sur? etc. A pesar de ser abstractas, las referencias a un mundo tan cargado de mitologí­a significa acercarse a la poesí­a. Para los surrealistas con quien Gerzso mantuvo estrecho contacto, (Benjamin Peret por ejemplo, quien habí­a llegado a México a raí­z de la Segunda Guerra Mundial) la mitologí­a era también una manifestación de la poesí­a inherente en todas las creencias primitivas.
Gunther Gerzso recogió con su mirada de pintor esas estructuras que partí­an del arte arquitectónico, llevándolas al espacio más reducido de sus telas.
Dentro de las mismas comenzó a organizar sus planos, los primeros denotando una influencia del grupo De Stjil holandés. Aquellas primeras obras pintadas con un colorido más cercano a la tradición que tení­a cerca, organizaban dentro de su espacio una especie de coreografí­a de formas que jugaban musicalmente entre sí­. Con el decurso del tiempo las formas geométri cas fueron convirtiéndose en planos más compactos, hasta que adquirieron un estilo que finalmente lo llevara a ser reconocido como un pintor abstracto de importancia internacional.
Durante un largo perí­odo de tiempo Gunther Gerzso tituló casi todos sus cuadros a partir de los colores que predominaban en los mismos. En eso se acercó también a Rothko, quien hiciera lo propio. Pero a diferencia de éste, Gerzso experimentó con la profundidad, superponiendo planos dentro de franjas de color negro para realzar las distancias espaciales entre los mismos.
Ese rejuego le brinda a su obra un carácter especial, pues la distancia de la de otros artistas abstractos que prefieren el empleo del hard edge, por ejemplo, para delimitar sus formas geométricas dentro de una dimensión más concreta. En ese sentido la obra de Gerzso da un salto cualitativo hacia una dimensión poética que lo define como un artista abstracto sui generis, como ya mencioné anteriormente. Serí­a importante destacar como una influencia importante en su abstraccionismo una serie de obras que compuso entre 1969-70, donde aparece su gusto por la arquitectura en general. Esas obras tituladas Urbe recogen la enseñanza de ciertas corrientes arquitectónicas modernas, las de Le Curbusier, por ejemplo, que encontraron su sitio en un momento dado, en la obra del pintor.
Dentro de un mundo artí­stico como el nuestro, donde aparentemente existe licencia para hacerlo todo, es difí­cil hablar de originalidad. Pero si nos aproximamos a la obra de este artista situándola dentro del contexto donde apareció, podremos sin temor a equivocarnos, calificarla de original. En un paí­s como México, aún bajo la influencia de sus grandes maestros muralistas, incursionar en el abstraccionismo significaba una herejí­a. Aún hoy, después de tanto experimentalismo y transvanguardia, el arte mejicano se resiente de penetrar en ese mundo, quizás porque se encuentra sobrecargado de una tradición cuyo peso es casi imposible sacudirse de encima. El paso de Gunther Gerzso hacia un mundo donde las imágenes no responden a la realidad inmediata fue un paso renovador cuyas ramificaciones todaví­a están por verse.De todas formas, su obra ha podido establecerse como una de las que han aportado al estilo abstracto, y al arte en general, un lenguaje que permanecerá vivo mientras continúe ofreciendo en su discurso un reto a las miradas que se encierran en formularios dogmáticos.