Siglo XX Grandes Maestros Mexicanos - Marco, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México

Los Espacios Inconformes - Prodigios de fin de siglo

By Sepúlveda, Guillermo
México
 
En ocasión de su 1O aniversario, el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey continúa presentando el magno proyecto Siglo XX: Grandes Maestros Mexicanos, una amplia revisión de la pintura mexicana más significativa del Siglo XX a través de cuatro exposiciones consecutivas.
Siglo XX Grandes Maestros Mexicanos - Marco, Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México

En ocasión de su 1O aniversario, el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey continúa presentando el magno proyecto Siglo XX: Grandes Maestros Mexicanos, una amplia revisión de la pintura mexicana más significativa del Siglo XX a través de cuatro exposiciones consecutivas. En su totalidad este gran proyecto mostrará más de 5OO obras selectas del patrimonio artí­stico de la Nación, provenientes de importantes colecciones públicas y privadas. Siglo XX: Grandes Maestros Mexicanos abrió sus puertas en diciembre de 2OO1 ofreciendo la primera muestra de la serie.

Batallas al amanecer: Los primeros años, diciembre 2OO1 a mayo 2OO2

Incluyó las tendencias que conformaron los inicios del arte moderno mexicano en el contexto de la Revolución.

Paí­s de realidad y sueño, julio 2OO2 a enero de 2OO3

Cubrió la fase de la Posrevolución y el arranque del periodo de Desarrollo.

Los espacios inconformes, enero a julio de 2OO3

Da cuenta de la época en que el arte mexicano se abrió a la experimentación de una gran diversidad de tendencias internacionales, en respuesta frontal al predominio del Muralismo como arte oficial.

Prodigios de fin de siglo, agosto 2003 a febrero de 2004

Recapitula las diversas exploraciones que suscitaron, en el contexto mexicano, la crisis de la pintura, las discusiones sobre el fin de las vanguardias, el fin de la modernidad, y el fin del milenio.

LOS ESPACIOS INCONFORMES

por Jaime Moreno Villarreal / Crí­tico de arte

A lo largo de las décadas de los 5O y 6O muchos jóvenes pintores mexicanos, guiados por el ejemplo de Rufino Tamayo y Juan Soriano, así­ como por la presencia en el paí­s de notables artistas exiliados europeos, promovieron un cuestionamiento profundo del nacionalismo en el arte, que corrió parejo a una nueva apertura hacia las corrientes internacionales. Se adoptaron muy variadas "tendencias": el Neoexpresionismo, el Nuevo Humanismo, el Informalismo, el Abstraccionismo Geométrico, entre otras variedades que suponí­an el acceso a una legitimidad universal que esos jóvenes artistas no hallaban en su patria. Pronto establecieron una batalla de muchos frentes para lograr el acceso a los recintos oficiales.

A fines de los 5O, la lucha se enderezó particularmente contra el Muralismo y la llamada Escuela Mexicana de Pintura. Vigorosas polémicas mantenidas en los diarios y suplementos culturales tuvieron como protagonistas a José Luis Cuevas, David Alfaro Siqueiros, Carlos Monsiváis, Raquel Tibol, Carlos Fuentes y Fernando Bení­tez. Por fin, las instituciones oficiales -especialmente el INBA y el Museo de Arte Moderno- dieron cauce al arte emergente. La lucha no terminó allí­. A lo largo de los 6O, hubo numerosos enfrentamientos entre grupos e individualidades, especialmente en el seno de un concurso promovido en 1965, el Salón Esso, y en el contexto de la exposición Confrontación 66, que le siguió. La inconformidad se enseñoreaba.

Un grupo de artistas reunidos en la Galerí­a Juan Martí­n, entre quienes se contaban Manuel Felguérez, Vicente Rojo, Lilia Carrillo y Fernando Garcí­a Ponce, descolló por su propuesta cohesiva, apuntalada por el escritor Juan Garcí­a Ponce. Este grupo central recibirí­a más adelante el nombre de Generación de la Ruptura, término que subraya, por un lado, lo enconado de los antagonismos, y por el otro traduce el pensamiento de Octavio Paz quien, al discutir la modernidad mexicana, habí­a definido a la tradición moderna como una "tradición de la ruptura".

A la sostenida desigualdad social, al desarrollo inequitativo del campo y las ciudades, a las elevadas tasas de natalidad y los no abatidos í­ndices de analfabetismo, correspondí­a una falta de democratización en la vida pública. El año medular en este proceso fue 1968.

Ese año, los pintores dieron la espalda a la Exposición Solar que el INBA y el comité organizador de los XX Juegos Olí­mpicos habí­an convocado, y en el contexto de la represión desatada en contra del movimiento estudiantil organizaron un Salón Independiente que se mantuvo a lo largo de tres ediciones. En 1971, una nueva represión estudiantil, el Jueves de Corpus, caló en la generación siguiente de artistas, que provení­an de las escuelas de artes de todo el paí­s. Ellos habrí­an de multiplicar, durante la década de los 7O, Los espacios inconformes.

PRODIGIOS DE FIN DE SIGLO 198O-2OOO

por Guillermo Sepúlveda, curador y museógrafo de la exposición

Las últimas décadas del Siglo XX, llamadas en términos de humanidades "Tiempos Posmodernos" o del "Fin de las Vanguardias" hacen referencia al desencanto sufrido por la sociedad ante hechos y sucesos de í­ndole muy variado. Las repercusiones externas e internas de los acontecimientos formaron voces y actitudes individualistas, que dieron carácter y singularidad expresiva a las artes. Pluralidad que queda manifiesta hasta nuestros dí­as.

Los movimientos de confrontación de la generación anterior (ruptura), encontraron continuidad en la apertura y el apoyo oficial del Instituto Nacional de Bellas Artes hacia el arte joven. Se inicia la promoción cultural en diferentes estados de la República, destacando, sobre todo, el reconocimiento y premiación como estí­mulos en el "Encuentro Nacional de Arte Joven", en la ciudad de Aguascalientes, que sólo distingue y da cabida a creadores no mayores de treinta años de edad. La pintura como género dentro de las categorí­as en concurso siempre fue de participación mayoritaria. Enrique Guzmán considerado el "parteaguas" entre generaciones, fue uno de los primeros galardonados de una larga lista, incluyendo a la mayorí­a presentes en esta muestra, y que fueron parte de la llamada "Generación de la Década Emergente".

Jorge Alberto Manrique, expresa en su magní­fico escrito, "Artistas en Tránsito. México, 1980-1995", ??.en el arte actual mexicano hay hilos de abstracción, pero sobre todo existe la recuperación del objeto artí­stico por diversos medios, la inserción de lo "extraartí­stico" en su seno y un margen de posibilidades, de "permiso" de época (finisecular, posmoderna-altamente sensible y abierta) que propicia una pluralidad de tendencias y al mismo tiempo, un no saber cómo será el objeto artí­stico del futuro.?

Nuestro arte joven es nuevo y viejo a la vez; "nuevo" por su edad y algunas veces por sus propuestas, y "viejo" porque retoma métodos, técnicas, contenidos, no sólo del pasado, sino de siempre: el esplendor de realidad como naturaleza naturante; el amor, la muerte, la agresión a la libertad y dignidad humanas.

La "Autotelia" es uno de los atributos fenomenológicos del arte. Consiste en la incesante e inevitable referencia de la obra hacia sí­ misma como universo autónomo y pleno de leyes y sistemas propios a nivel de significado y significantes. El universo cerrado respecto del cual el espectador va a elaborar el resultado de sus observaciones.

Con la museografí­a creada para este evento, y en relación al uso del color y a la organización de los espacios, quiero rendir un pequeño homenaje-tributo a cuatro grandes personajes en el arte de México y universal: Chucho Reyes Ferreira, pintor e influencia decisiva para la Arquitectura Contemporánea Mexicana y para la apreciación de las llamadas artes populares; al arquitecto Luis Barragán, urbanista y creador sensible de conceptos y obras mexicanas de valor universal, que le hicieron merecedor de reconocimiento mundial (Premio Prizker); a Don Fernando Gamboa, conocido director de museos de México y museógrafo original extraordinario, considerado por muchos como el mejor del mundo; y a Humberto Arellano, promotor de las artes populares en la ciudad de Monterrey (Posada Carapan). Todos ellos influyeron con sus obras y amistad de una manera decisiva, en mi manera de ver, apreciar, comprender y amar lo sustancial y la atemporalidad de las artes de nuestro paí­s.