REVIEWS - ADRIÁN PUJOL. ENDLESS VOYAGE

Trasnocho Arte Contacto, Caracas

By Chacón, Katherine
REVIEWS - ADRIÁN PUJOL. ENDLESS VOYAGE
La presencia de Adrián Pujol (Palma de Mallorca, España, 1948) en el panorama plástico venezolano data de mediados de la década de 1970, poco después de su arribo a nuestro paí­s. No obstante, su incursión en el género del paisaje tiene lugar a finales de los años ochenta, cuando presenta en el marco de una importante exposición colectiva, el polí­ptico titulado Jardí­n Caribana. En realidad esta pieza más que inaugurar una etapa paisají­stica, fue la constatación de un reencuentro con el entorno -importante vertiente de su etapa formativa-, y la confirmación de una entrega -ahora definitiva- a la naturaleza y a la contemplación.
Después de una ausencia de casi cinco años de las salas venezolanas, el artista nos sorprendió gratamente con la exposición "Adrián Pujol. Viaje interminable" presentada en los meses de mayo y junio de 2006 en la Sala Trasnocho Arte Contacto de Caracas, bajo la curadurí­a de Federica Palomero. La muestra reunió trece acrí­licos realizados desde el año 2000 hasta la fecha.
Estas piezas de gran intensidad plástica se adentraron en el paisaje no sólo como espacio para el ejercicio de la construcción del alma, sino desde una perspectiva sensorial, que lo llevó a abordarlo a través de trazos rápidos, salpicaduras, manchas, amplias pinceladas, en un acto pictórico que en ocasiones lo acerca a la abstracción. Como bien lo ha apuntado Federica Palomero en uno de los textos del catálogo de la exhibición, "el vocabulario de la tradición abstracta del informalismo (campos de color, salpicaduras, chorreado, efectos matéricos...) permite a Adrián Pujol otorgar a la pintura de paisaje esa dimensión de la visión inmediata: percibir colores, texturas, antes que objetos reconocibles, antes que formas determinadas y contrastadas".
En Pujol llama la atención su valiente desapego a las tendencias actuales arraigadas en los discursos de la no-representación. Por el contrario, se entrega a los métodos y resultados del género pastoril, logrando entroncarlo con una de nuestras más fuertes tradiciones pictóricas. Paradójicamente, es por este mismo motivo que su pintura posee la vigencia y la fuerza de lo contemporáneo.