GUILLERMO MUÑOZ VERA

By Lucie- Smith, Edward
GUILLERMO MUÑOZ VERA

La situación del arte realista tanto en España como en Latinoamérica -y por cierto también en el mercado más amplio para el arte contemporáneo- es realmente extraña, en este momento. Por un sinnúmero de razones tanto culturales como puramente históricas, el realismo no goza del favor oficial en los paí­ses de habla hispana. En América Latina, el impulso realista contradice la necesidad de reafirmar la importancia de las raí­ces artí­sticas precolombinas no europeas. De maneras totalmente diferentes, grandes artistas latinoamericanos pertenecientes a la primera generación modernista -Wifredo Lam, Diego Rivera, y aun Joaquí­n Torres-Garcí­a- parecí­an confirmar la importancia de estas fuentes. En España, Tapí­es y los artistas del Dau al Set parecí­an encarnar la resistencia interna contra la cultura franquista, aunque el gobierno de Franco, como el de Mussolini, nunca fue tan opresivo en sus actitudes hacia el Modernismo como lo fueron los regí­menes contemporáneos en la Alemania nazi y la Unión Soviética.
Sin embargo, hasta el dí­a de hoy, importantes museos de arte contemporáneo en España misma y curadores españoles que presentan el arte de su paí­s ante un público internacional, tienden a suprimir el impulso realista tanto como sea posible. Recientemente (mayo-junio de 2003), cuando se presentó en el Museo del Corso en Roma una exposición de arte español del siglo XX proveniente de las colecciones del Museo Reina Sofí­a, se omitió casi por completo a la pintura realista. Y esto a pesar del hecho de que Roma, por contraste con Milán, es la sede central del duradero movimiento de la pintura culta, que pone el énfasis en los valores clásicos. Así­ que no se trató simplemente de satisfacer la demanda del gusto local. La cuestión se centró más bien en lo que el museo español incluí­a en su colección y en lo que estaba deseoso de mostrar.
La situación es muy diferente en el sector privado español, que cuenta con grupos sustanciales de pintores realistas dotados de una excelente técnica que trabajan en Madrid y Barcelona. La pintura realista realizada con un alto grado de técnica implica necesariamente una cierta lentitud en la ejecución, y con frecuencia resulta difí­cil exhibir este tipo de obras de artistas españoles fuera de España debido a la entusiasta respuesta de los coleccionistas locales.
Guillermo Muñoz Vera es un artista con raí­ces en América Latina y también en la tradición de la metrópolis española. Nacido en Chile, ha residido en Madrid durante muchos años. Es uno de los dos expatriados chilenos -el otro es Claudio Bravo- que se han forjado una reputación muy importante como cultores de la pintura realista. A través de estos dos maestros, el realismo contemporáneo chileno ha logrado una identidad más precisa que la alcanzada en otros paí­ses de Latinoamérica.
La paradoja, sin embargo, es que estos dos artistas parecen haber compartido el deseo de mantener a Chile a prudente distancia. Claudio Bravo reside desde hace mucho tiempo en Marruecos, aunque durante algún tiempo también conservó una residencia en Chile. Hoy en dí­a su temática es casi enteramente marroquí­, aunque a veces muestra una fuerte influencia de los pintores de temas religiosos de la Edad de Oro, especialmente de Zurbarán.
El arte de Muñoz Vera tiene conexiones con el de Claudio Bravo. Una naturaleza muerta en la que se ven libros y una cabeza clásica está muy cerca de algunas de las composiciones de Claudio Bravo. También lo está una naturaleza muerta que muestra frascos chinos y en la que la composición -objetos colocados en serie sobre una cómoda de madera a la altura de los ojos- se deriva en última instancia de Zurbarán. Donde existe una gran diferencia es en la gama de colores. Claudio Bravo pinta con tonos bastante saturados. En el caso de Muñoz Vera, el color es amortiguado, casi monocromático.
Esta casi ausencia de color se extiende a obras con una temática muy diferente. Éstas plantean una mirada al paisaje sudamericano, tanto en sus aspectos más obvios -vistas de los Andes- como en temas que casi no lo son en absoluto, como es el caso de Lota (un camino embarrado que pasa delante de un pequeño grupo de edificios ruinosos), o de Cielo Patagónico. Estas pinturas captan el desorden levemente melancólico de gran parte de la naturaleza de Sudamérica -la idea de que un sentido de pertenencia, de raí­ces humanas está ausente; que grandes porciones del continente todaví­a están esperando nacer.
Esta sensación también se percibe en un par de pinturas cuyos temas -dos del Miami moderno- parecen, superficialmente, muy diferentes. Atardedecer en Miami I y II captan la melancolí­a de los enormes conjuntos de distritos urbanos que pueden encontrarse en muchas regiones de ambos continentes americanos -podrí­amos estar contemplando a San Pablo, o a Lima, o aun ciertas zonas de la Ciudad de México-.
En este caso, sin embargo, la elección del tema tiene una fuerza particular, ya que Miami juega un papel especial en la vida cultural y social de Latinoamérica -como sitio de exilio pero también como encrucijada, como un nexo importante para el intercambio intelectual-. Generalmente no se lo considera un sitio melancólico, que es la manera como Muñoz Vera lo describe.
Cuando hablamos de arte realista, tendemos a concentrarnos en una idea de la pintura como algo que transmite una gran cantidad de información visual precisa, quizás más de la que podrí­amos absorber convenientemente nosotros mismos observando la misma cosa. Uno de los motivos de la popularidad del fotorealismo en pintura es que ofrece una especie de sobrecarga de información. Podemos observar más cosas, y más cosas diferentes en estas obras de arte que las que podemos ver en la vida real.
Muñoz Vera no intenta hacer esto. Es esencialmente un creador de climas, una ambición que confiesa bastante abiertamente en una pintura de figuras cuyo tí­tulo es EZLN (como las letras que se ven en la remera que viste la figura) y que parece mostrar un Hamlet con vestimenta moderna dando su discurso junto a la tumba. Ésta es en realidad la sigla del movimiento guerrillero mexicano Zapatista creado en el Estado de Chiapas en 1994, y aún vigente como sí­mbolo de la carencia latinoamericana. Por lo tanto, el joven es al mismo tiempo una figura tradicional y enteramente moderna y su situación entre dos mundos es ambigua. La calavera que sostiene ¿es de una ví­ctima o de un perseguidor? ¿O acaso la de un mero espectador, como el sepulturero de Hamlet?.
El buen arte es con frecuencia ambiguo, y uno de los defectos de las obras contemporáneas es que muy a menudo carecen de esta cualidad. No nos requieren una exploración ulterior. Muñoz Vera es un tradicionalista -pero se debe utilizar este adjetivo en un sentido amplio-. También es un sutil comentarista de cuestiones contemporáneas.

(*) Historiador de arte, fotógrafo y poeta, conocido por sus libros Movements in Art since 1945, 20th Century Latin American Art [Thames & Hudson/El Destino] y Art Today [Phaidon]

Guillermo Muñoz Vera nació en Concepción, Chile, en 1956. Se formó en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile en Santiago y en la Universidad Complutense de Madrid. Realizó su primera exposición individual en Santiago en 1976 y en Europa en 1986. A partir de entonces pinta para diversas galerí­as y marchantes, participa en numerosas muestras individuales y colectivas y ferias de arte contemporáneas, fundamentalmente en España, Alemania, Italia y los Estados Unidos. En el año 2000 y con el auspicio del Ayuntamiento de Madrid, realiza su primera Exposición Antológica en el Centro Cultural de la Villa, que abarca 27 años de trabajo ininterrumpido y reúne 140 obras de colecciones particulares de distintos paí­ses. Entre sus más recientes muestras individuales se cuentan las presentadas en Gary Nader Fine Art, Coral Gables (2004), Galerí­a Forum, Nueva York -Los Angeles (2005), la presentación de las pinturas murales para la estación de metro La Moneda, por encargo oficial del Gobierno de Chile, en Santiago, y Cuaderno de Viaje, en Galerí­a Ansorena/Fundación Arauco, Madrid y en Galerí­a Isabel Aninat, Santiago. En 2003 participó en la I Bienal de Beijing, China; en 2004 en Art Chicago, EUA; y en 2005 en Tetralogí­a della Natura, en Bolonia y Milán, Italia. Ha publicado varias monografí­as y trabajado activamente en la gestión y patrocinio de actividades docentes y culturales sin fines de lucro, entre ellas el proyecto ARAUCO Talleres de Arte, espacio cultural multidisciplinario del que nacerá más tarde la Fundación Arte y Autores Contemporáneos, de la cual es vicepresidente. Es considerado uno de los máximos exponentes del Nuevo Realismo Español.